miércoles, julio 09, 2008

Frijoles Pa’tothom, el arte de la transformación real

Hace siglos, cuando aún no había oído hablar del arte de la transformación y no conocía a Pa´tothom ni a la Xarxa Groga, yo ya vestía esta misma persona. Es decir, bicicleta con alforja y medias cortas. Pedaleando por pedalear y subir montículos, atravesar barrizales, descampados y calles, recorrer carreteras chicas y grandes, descubrir nuevos lugares y vericuetos ocultos con alas silbando en los pedales. Y como antes, hoy siguen siendo los frijoles el dilema, en el sentido de resolver la cena. Y en este mismo anatema estoy mientras me llega el encargo de presentar a Pa´tothom y contarles algo. Atizada por el misterio del arte transformador me propuse investigarlo y abordé a las gentes de Pa’tothom con mi pluma en la mano. Aquí podrán apreciar claros y pantanos que a manotazos fui atravesando en esta búsquela imberbe sin definición y sin cierre.


Miércoles, 11­-07-07

“Con esto nos metemos en un berenjenal filosófico descriptivo” me advierte Juan Miguel Portal, poeta, sociólogo y docente de Pa’tothom, cuando le pregunto por la verdadera fórmula del arte de la transformación. “Para empezar tendríamos que decidir a qué le llamamos arte… ¿dónde acaba la artesanía de la gente y empieza el arte?”, me interroga vestido de rojo y negro, a la vez enorme y diminuto tras sus gafas culo de botella: “¿un arquitecto es un artista o un técnico?... Ferran Adrià acaba de volver de Francia donde ha presentado su arte culinario y cada día iba gente a verlo… La verdad es que yo soy incapaz de saber donde termina el terreno de lo íntimo, de la actividad personal, y empieza el del arte.

Habría que preguntarse cuándo se es artista. Si eres artista porque naces en una casa de artistas o porque te toca aprender un oficio, o cómo diablos es. Y podríamos hablar de los distintos tipos de arte, géneros, disciplinas. Si ves todas las formas diferentes de arte verás qué difícil es decidir cuándo es arte y cuándo no, y saber si un periodista es un artista o sólo alguien que escribe bien y explica las cosas.

Además, me pregunto si tenemos que pensar el arte como una herramienta de transformación o como un elemento más dentro de la cultura. Creo que en nuestro entorno falta un discurso serio sobre esta cuestión. Pienso que hay que meditar sobre el simbolismo de la palabra arte, qué entendemos simbólicamente cuando declaramos que fulano es un artista. A lo mejor así salimos de la confusión.

Yo creo que el arte tiene que ser algo que estimule la sensibilidad final del individuo, en el lenguaje sensual vendría a ser el orgasmo de los sentidos… pero en esto no pontifico, sino que justamente me gustaría juntarme con gente para discutir.”.

¿Cuándo podemos hablar de transformación social?

“Bueno, en este caso partimos de una cualidad del que opina. El que dice o hace algo lo hace para algo. Lo que no sabemos es si los transformados se sienten transformados, si transforman o qué… Para que el arte transforme la sociedad se tienen que dar determinadas circunstancias. O sea ¿a través del arte yo puedo transformar el barrio de La Mina? Pues no. No podemos porque hay una serie de cuestiones de tipo muy material que si no están resueltas pues no hay arte que transforme física y materialmente. Las personas no salen de los códigos de derechos humanos. Es inútil que yo le vaya con cartulinas de colores a alguien que está masacrado y no tiene la protección del paraguas de los derechos humanos. Cuando a una persona que está en una cama caliente le das una cama, una ducha, comida, seguridad, sentido de pertenencia… entonces empieza el arte a actuar, cuando ya tiene necesidad de personalización, de estima social y de autoestima. Seguramente ahí el arte puede cambiar algo, porque puede ser que esa persona escriba y hasta le publiquen un libro.

O sea, hay bases previas. No digo que el arte sea de los millonarios, pero hay una base. Claro que hay excepciones, Miguel Hernández, por ejemplo, que fue pastor antes de ser poeta. Pero bueno, hay que escarbar para encontrarlas.

Si descubrimos que una persona ya ha cubierto sus necesidades pues ahí podemos pensar que el arte la vaya a enriquecer y desarrollar su vida espiritual. Pero cuidado, si estamos frente a la ingenuidad de pensar que con el arte vamos a transformar las camas calientes, la drogadicción o la violencia. Entre otras cosas porque tenemos que transformar el entorno, y si le tiramos la cuerda a uno no dejarlo empantanado. Podemos decir que una vez que la sociedad alcance un bienestar económico político, la vida podrá enriquecerse con el arte. Mientras, a un inmigrante ilegal, a un perseguido no le pidas que se enrole.

Además, el lenguaje es clasista y traidor, ¿porqué se habla de arte popular y de arte elitista?, pues para que al Buen Pastor llevemos música de feria y al Liceo las sonatas de Wagner. No se da el arte social porque no se ha dado el arte a las personas”.

¿Cómo reconoces a un artista?


“Yo creo que todas las personas tienen capacidad artística, aunque hay características físicas que te afectan, yo era pintor y ahora no pinto porque no veo.

Sé cuando estoy frente a un artista a la cuarta, quinta o sexta palabra según con la sensibilidad con que me trata, o si se trata de un falso artista porque su pedantería le delata.

El artista siente el arte en todas las manifestaciones, no sólo en la suya propia. El arte es un problema de sensibilidad, de educación para la sensibilidad, pero la sensibilidad la tenemos todos”.

Entonces siento que mi cara se llena de cuadros de colores, tipo Picasso. ¿Será por los olores de las líneas azules o por la dimensión de la puerta? ¿Será lo que dice Miguel o es simplemente que estoy activada e informe?... ¿serán mis escudos contra la guerra o mis aparejos curtidos que se oponen?... No lo entiendo… Concentro la mirada y reflejo mi mente, pero no veo nada, vacío:

“Cuando un inmigrante ilegal se sienta como un ciudadano podremos pensar no en transformarlo, porque nosotros no somos nadie para transformar a nadie, como si hiciéramos un coaching que ahora está tan de moda. Los individuos son los que son. ¿Transformar la sociedad según qué patrones?, ¿los suyos?, ¿usted se siente tan capaz de transformarla?... me hace pensar en Pigmalión que quería transformar y al final lo transformaron… A ver, uno llega y dice: yo vengo a transformar… bueno, se ha hecho cada desastre en aras de la transformación. A mi me parece una temeridad increíble propia de gente joven, ingenua y altruista. Además, ¿cómo le voy a decir a una mujer que no se ponga el velo?, ¿y yo quién soy? Es como lo de la integración que viene a ser la desintegración de las personalidades individuales, o sea que tú dejas de ser argentina para ser catalana. Es como si vas en bici y viene un tipo y te da una moto para que corras más. Bueno, pues alguien te va a llamar retrógrada como no quieras correr.

Y está la cuestión de si el arte transforma a las personas en mejores. Pues la verdad, vaya lío, porque hay cada artista…mira, el arte ha sido usado por la religión. La Iglesia muestra la grandeza de Dios a través del arte gótico y luego se adueña del Renacimiento para transmitir la sensación de orden, armonía y perfección. Todo esto le sirve para mostrar su poder, y así la Iglesia utiliza el arte para transformar la sociedad, aunque en un sentido contrario del de los iconoclastas o los musulmanes, que prohíben la representación. Ahí ves como se puede utilizar el arte para transformar una sociedad, y tú que sabes escribir y podrías desnudarte sobre un escenario serías una bruja y te quemarían en la hoguera.

Hay un poco de Frankensteinismo en esto de las asociaciones de la transformación social. Me explico, es como si haces un monstruo con personas distintas y al final le pones el cerebro de un científico un poco maltrecho, pues al final el monstruo llega a donde hay un ciego y el ciego como no lo ve lo atiende como si tal cosa. Y Frankenstein comprende lo que significa ser una persona. Pero luego es un desastre y al final lo matan.

Lo que quiero decir es que a veces construir algo que es el no va más se puede volver contra ti, y después de que se me ocurrió una buena idea, darme cuenta de que me he convertido en un tirano. Se te puede escapar eso que es tu propia convicción, y es especialmente peligroso si estás creando estados de conciencia.

Hay que estar muy atentos y sobre todo, de cada cuatro reuniones que hacen para esto de la transformación social, una dedicarla a meditar… es que yo le tengo especial manía a los héroes y a los mártires.

Nos tendríamos que preguntar por el grado y la duración de esta supuesta transformación, como tú dices, pero sobre todo intentar no incurrir en la manipulación.

Puedo enseñar el arte abriendo muchas puertas y dejar que tú descubras tu arte y el arte que te hace vibrar. Ahora si yo te llevo al Prado y te enseño Las Meninas y te digo que eso es arte, pues te estoy manipulando. No necesitamos guías de turismo. Los formadores estamos continuamente moviéndonos en el filo de la navaja de la manipulación, tienes que ir con un cuidado exquisito de no abandonar la enseñanza y dedicarte a adoctrinar al otro.

Pero es que es demasiado amplio e interesante el tema, no se puede hacer de una pasada… mi maestro lo único que me enseñó es a degustar la belleza. No tenía dedos porque se los habían cortado los falangistas para que no pintara. Pues me hacía tocar una flor un buen rato y luego me decía: ¿la has sentido?, ¿si?, bueno, pues ahora pinta.

Hablábamos sentados en su terraza durante horas y yo pintaba con carboncillo y tiza en papel de embalar. Una vez rompí un dibujo y me dijo: ¿qué haces?, ¿quién te ha dado permiso para tirar eso?, ¿sabes que lo que tú has empezado a pintar, eso, ya no es tuyo? Así es, cuando escribes un libro ese libro deja de ser tuyo.

Y ojo, un peligro de lo social es ignorar al individuo. La sociedad es una argamasa de individuos en la que se pierde de vista a las personas”.



Por la calle Muntaner pedaleo estos contrastes. Mi cabeza partida por franjas en las sienes y en el rostro pendientes varios, dibujos aullantes. Claro que claro no veo nada, más bien borroso con luces al costado. Hay brillos a un lado, parecen hojas de un árbol al viento, lo digo porque las oigo. Imagino que les da el sol e imagino porque toco y están más calientes si están bebidas. De luz, hablo, que no de vino ni de siroco. ¿Y cuándo locas de amor las hojas se volverán lilas?


Jueves, 12-07-07
“¿Ya te has enterado del bulo del próximo jueves­?”.
El humor verde oscuro de Montse Forcadas abre otra brecha en mi cabeza maltrecha. Le estoy preguntando por el arte de la transformación mientras ella atiende con un cuerpo la secretaría de Pa´tothom y con el otro amalgama las paredes del local vestida de paleta. Hablamos del bulo de la reunión de claustro y del uso del rumor con fines perversos. Luego se erizan en un pleito tres pequeños canes macho frente a los vidrios de la escuela donde Rufi Forcadas, una suerte de perro de aguas enano, ejerce últimamente el reinado de sus sentidos perrunos. La cosa es que los perros se enzarzan y Montse tiene que salir a mediar, no sin antes acordar con la anciana vecina del Raval un “demasiada tontería junta”, por los tres machos, dice.


Vuelo a mi trabajo. Después de hablar con Montse pedaleo más y mejor. Me doy cuenta de su importancia institucional, territorial y creativa. Montse desvela un detalle clave en la naturaleza alquímica de la familia Forcadas: su madre pintaba.

Viernes, 13-07-07
Mara del Alar, cantante y actriz, socia fundadora de Mujeres en Escena y docente de Pa´tothom acerca su nariz muy cerca de la mía, hasta casi tocarnos las frentes, y me clava sus nueces de fuego: “es como la parábola de Dios creando al mundo en siete días, pues lo mismo hace el ser humano. Es un descubrimiento del misterio, y al buscar en ese significado simbólico lo que queremos es bienestar, esa transformación de la que hablas”.
Se acomoda en una silla en una terraza frente al gran edificio del Macba, en pleno Raval de Barcelona, donde Pa´tothom ofrece talleres veraniegos a los más pequeños:
“La transformación es un camino que nos da el espacio, como el del barro que viaja en el espacio hasta crear la forma de un elefante. Es ese fluir en el tiempo, yo creo, transformándonos. Siempre digo que la forma es infinita. Y eso es lo que buscamos, el camino hacia nuestra particular manera de ver y expresar infinitas formas”.

¿Cómo reconoces a un artista?

“Un artista es Rafa, un chico gordito del barrio, toma papel de váter y lo ata la las rejillas del suelo, y cuando sale el aire se forman esculturas flotantes. El recoge piezas de la basura y las convierte con amor. Yo digo que es un artista. El artista tiene una dedicación amorosa con lo que hace y tiene una comprensión del tiempo, nosotros vivimos en la producción del para algo y entonces caemos en un afán de construcción. Es como la idea de que el artista ha de vivir con sufrimiento, para ganarse el cielo viviendo el infierno, pues no, el artista es el que entiende que el cielo y el infierno son aquí y ahora, están en ti.
Una artista es una viejita que conozco, que vende unos pañuelitos y a cada paquete le hace reiki, porque lo hace así, es su manera, aunque luego tú no te enteres de la onda que le ha puesto la viejita. Pues el arte es un bien hacer más allá de la recompensa. Sin pretensiones. Fluir en el tiempo y el espacio, estar vinculado con la gente y con el universo. Podemos reconocer al artista, tanto sea que se dedique a hacer un huevo frito como a ser camarero, por el ánimo, la compostura y la gracia en las acciones. El bienestar es un momento de tu vida en soledad recogido, es una explosión, un parto, un latido que te dice, te dicta otros movimientos. En el artista es importante la concentración y la entrega en el hacer, y que tenga una actitud de petición, de humildad”.

¿Cómo se da la transformación?

“La transformación se da porque buscamos un bienestar. Pero me imagino un mundo de bienestar, con cooperación, respeto y… ¿no haríamos arte? Yo creo que sí lo haríamos. Es una búsqueda de posibilidades. Nos encasquillamos con que las cosas se han de hacer de determinada manera, pero luego los tiempos cambian y la expresión necesita otros caminos, otras formas. Ahí está la transformación.
La vida es transformación y el arte de la transformación no tiene límite, o si lo tiene, no lo hemos encontrado.
Yo me pregunto si un arte que está al servicio de la jerarquía, del patriarcado, un arte al servicio de la sumisión, es un arte. Yo creo que tiene que estar al servicio del bienestar. No se trata de que nos enseñen a transformar sino que alienten nuestra libertad de transformar.
Pero ¿qué buscamos? La felicidad, o el bienestar, son variopintos. ¿Es bienestar estar sentado frente al televisor bebiendo coca cola y mirando un partido de fútbol? Pues si vemos que esa gente está feliz… depende de la necesidad de la persona. Uno sabe cuando está en la pereza. Claro que puede que esté dormido, también, que no sepa. Y no saber es estar dormido, ¿nos entendemos?...”.

¿Cuál ha sido tu experiencia de la transformación como artista?

“Yo siempre he cantado porque mi madre cantaba y yo la escuchaba en la panza. Ella creció en una familia de los años treinta. Nosotros cantábamos pero sin saber, porque yo estudié ya de mayor. Un día mi hermano se apareció con una flauta y sacó una canción. Ahí yo vi que de la flauta salía una canción. Empecé a jugar con la flauta y me salió una. Luego mi abuelo nos regaló una guitarra y nos divertíamos con eso. Y hacía canciones, ¿eso era arte?, o ¿el arte se tiene que vender para que sirva?
Un día me contaron de un festival de canción y me presenté, y ¿sabes qué pasó?, pues que gané dos premios. Y fue un ofrecimiento de la vida porque yo iba sin pretensiones. Gané dos premios y la sociedad se me vino encima, la radio, el ambiente artístico… y eso que me gustaba tanto resultaba que podía ser mi forma de vida, porque gané dineros y compramos una nevera en casa y me puse a trabajar con una chica violinista.
Mi abuelo materno era actor. Mi madre y mis tías le acompañaban, pero iban como eso, acompañantes, no como artistas”.

¿Qué es el arte?

“Para mí el arte es una búsqueda llena de descubrimientos, de sorpresas sobre mí misma. Es un proceso personal, pero es cierto que la transformación me vino de afuera, de ese reconocimiento externo. Pero parece que yo estaba en ese camino, que era el mío. Pero qué pasa con el arte que se dice este sí y este no, este chafado, ocultado, porque no está al servicio de los intereses egocéntricos y jerárquicos. El arte no se usa para el dominio sino para la expansión, el problema de hoy es que necesitamos ver las cosas acabadas.
La intención del arte genera lo mismo en quien lo está recibiendo. Tendríamos que ver la raíz de la palabra arte, estudiar el significado. Para mí tiene que ver con el amor incondicional, y tiene un final, le damos una forma concreta, pero esta limitación busca otras aperturas. El arte lo que hace es despertar expresiones, sentimientos, nuevas creaciones e inspirar. El arte es la musa inspiradora, y sacamos el conocimiento del aire, aunque te tenga que pillar trabajando.
Lo que reproducen todos los artistas es la admiración por el misterio de la naturaleza. La naturaleza está en el bienestar absoluto, abierta, hermosa, porque es así. Está en el fluir. Como un río que busca su cauce desde que nace, busca un camino hasta llegar al mar.
El arte no puede estar al servicio de una idea únicamente, tiene que trascender, ir más allá. Tú dices que la política y la religión nos dejan huérfanos. Pues la política no nos alcanza porque necesitamos ese otro bienestar, vivir sin sufrimientos superfluos. Y podemos aprender a estar, a sentir. Mientras no sirva a una idea o a un objetivo fijo, el arte transforma día a día”.
Termina su frase y reflexiona, mira y no mira a nuestro alrededor mesas repletas de turistas: “Siddhartha dijo que si no existiera la duda, volaríamos” luego inspira y al rato finaliza “Ah, el arte es una madre, sí, una madre…”.


Mara del Alar me mira, alas del mar me arrima. La dejo en el Macba y pongo mi brújula a buscar burbujas. No tomo aspirina. Como cangrejos, conejos y aceitunas vestidos de plumas y caras perrunas. Voy entendiendo que la ruta es grave y me llevará a la cuna. Escucho la luna. Nado parejo. Pedaleo.

Lunes, 16-07-07
Montse está en medio de Pa´tothom patas arriba, con muebles, cubos, clavos, cuadros, bicis, bolsas, restos, pedazos y piezas de trabajo con los cables expuestos. La miro de arriba abajo y luego de rodillas pintando a destajo un costado, donde caen las colillas. Mientras pinta responde a mis preguntas sobre el arte transformador:

¿Cómo reconoces a un artista?

“El artista es una categoría social. Esta categoría fija no es real. Todos tenemos la capacidad de ser artistas. Yo no soy artista, porque me autodefino así. Pero hay una estructura social que define. Los artistas son aquellos que en un momento dado se dejan absorber por el sistema. Hay muchos que no fueron artistas hasta después de muertos, porque en vida no se inscribieron en el sistema, como por ejemplo Lautrec o Van Gogh. No sé como se autodefinían ellos, pero en todo caso la sociedad no les reconoció la obra hasta después. Y así se vinculó el arte a la marginalidad. Ahora hemos cambiado a la bohemia, que es una marginalidad más aceptada, más burguesa.
Pero todos tienen capacidad artística. El arte de la transformación depende de lo que cada artista pretenda con su obra. Hay artistas que pretenden ir más allá, cambiar las cosas… aunque no todos lo logran. Hay casos en que el artista cambia su forma individual, ‘se mejora a sí mismo’, y eso es lo que necesita el capitalismo, individuos competitivos. Pero hay otros que quieren influir en la sociedad, positiva o negativamente. Lo que sí es definitivo, pienso yo, es que el arte puede influir desde la creatividad, y esto es muy importante. No desde baremos creados como la riqueza, el poder o el orden. El arte influye en la sociedad de otra manera, porque es desde la creatividad, la imaginación. Encuentro que el arte es la influencia más positiva.
La creatividad es un acto de pensamiento, intelectual, único. Muchas veces sucede que te encuentras que otros ya han pensado una idea antes que tú. A todos nos pasa pensar algo y luego encontrarlo escrito en algún lado… pero hay actos únicos que no son necesariamente originales”.

Cuando le pregunto qué relación hay entre el arte y el amor, Montse responde enérgica y rotunda:

“Ninguna. El arte tiene que ver con las pasiones. No sólo con el amor. Puede ser el odio. Es corriente que muchos artistas vendan el discurso del amor y la paz. Pero el arte no es ‘bueno’ por definición, ni significa amor o algo positivo. No podemos moralizar al arte porque nos convertimos en otra religión. Como ejemplo tenemos al Futurismo. Lo ‘bueno’ o lo ‘malo’ dependen del cristal con que se mira… Entonces existe el ‘arte bueno’ y ‘malo’, en la medida en que hay ‘gente buena’ y ‘mala’.
Lo que pasa con la bondad y la maldad es que no son absolutas. Como decía Hannah Arendt los fascistas podían ser buenos padres de familia, buenos vecinos y a lo mejor después iban al campo de concentración y mataban a mil. ¿Una persona ‘mala’ no puede ser artista? Es que no estamos en una película norteamericana donde los buenos y los malos se identifican claramente. Todo es más complejo. Hay gente muy mala que no se reconoce como tal y se piensan buenos.
Por ejemplo, tomemos a un colectivo con necesidades en Colombia. Si tú llevas payasos, me parece muy positivo. Al igual que darles pan o un lavabo. El problema radica cuando una persona, que condena a los otros a la miseria para mantener su riqueza, hace una donación de lavabos en un tugurio (zona de extrema pobreza) y se autodefine como ‘bueno’. Creo que nada más alejado de la bondad. Así también el amor y el arte son independientes de la bondad. No tienen categoría moral. Hay gente muy mala haciendo actos de buena fe y haciendo arte, y el problema es que se creen buenos porque hacen una donación o van a la iglesia u organizan un concierto a favor de los pobres. Todo producto de la lástima que sienten. Lo que los impulsa a actuar es la lástima, y no un cambio real. Esto sucede con proyectos con jóvenes, que se impregnan del discurso cristiano de que porque son jóvenes no pueden coger una brocha y pintar bien una pared. Y así no se hace un proyecto. La lástima que lleva a la caridad es terrible”.

¿Qué necesita un artista joven?

“Nada. No necesita nada. Los jóvenes lo tienen todo a su favor, sólo necesitan condiciones externas, porque ellos tienen capacidad de ser felices, sobreponerse, enamorarse. Pero no tienen la posibilidad de desarrollar estas capacidades si nos acercamos con la estúpida idea de salvarlos. Lo tienen todo, pero no tienen el entorno a su favor. El entorno ha de ser libre, pero de verdad. Lo que no puede ser es que digas a un joven ven, da tu opinión, pero no fumes, no grites, no juegues a la pelota. Tienen que tomar el lugar para que hagan lo que quieran. Yo no digo que no hacen falta reglas. En un momento dado para poder trabajar hay que cumplirlas. Pero según qué artista a lo mejor necesita las reglas para romperlas”.

¿Y las contradicciones entre las voces de Pa´tothom?

“Estamos de acuerdo entre nosotros en la idea de cambiar las cosas negativas, como por ejemplo el hambre. Somos cercanos aunque no lo parezca”.

¿Cuáles son vuestros valores?

“Que nos lo creemos. Cuando una empresa como Phillips o Telefónica dice “la empresa eres tú” no lo dice en serio. Pero nosotros sí. Nos creemos lo que queremos hacer.
Lo de la intervención social lo acuñamos nosotros en Barcelona para un monográfico de Allan Owens. Ahora la expresión es común y lo dicen muchos que no se lo creen, pero es bonito y vende.
La intervención social la inventamos porque nos veíamos capacitados para intervenir socialmente y cambiar las cosas. Ahora se usa mucho, porque se ha puesto de moda, pero nosotros nos lo creíamos y nos lo creemos todavía…”.

Montse acaba de pintar un gran tubo que atraviesa la pared del horno de rojo intenso.
¿El impulso hacia tu trabajo de dónde viene?

“Dejando de lado las casualidades de la vida, circunstancias -porque hay mucho de eso- en casa de los Forcadas siempre hubo gente viviendo, ganas de trabajar hombro con hombro con personas que quieren y no pueden. Nuestros amigos siempre fueron el rechazado, el loco… nuestros padres eran así. Así que no me extraña. Pero no es caridad. Porque no se trata de repartir sino de compartir”.


Martes, 17-07-07
Compartiendo mi energía con la bici voy llegando hasta Santa Perpetua de Mogoda, donde ejerzo un reemplazo de emergencia mientras Jordi está en Francia con los xavals.
En este lugar que parece evocar el destino de lo paranormal, un grupo de chicas está creando una escena colectiva en la que Anna, la protagonista, se debate entre una pastilla y la vida, abrumada por la soledad, la violencia y la falta de autoestima. El aire fantasmal de Santa Perpetua y mi imaginación hacen el resto cuando me sobreviene una crisis aguda, me derrito completamente y les pido a las chicas que se enrosquen como serpientes, que escojan su lugar en el espacio y se replieguen, luego despierten, olisqueen el aire con su lengua viperina y mediando sus cuerpos relucientes se deslicen de nuevo hacia el centro de la sala. Anna nos dará hoy su voz más silenciosa y estaremos presentes, listas. No es exactamente un saludo al sol pero tiene la potencia de nuestros cuerpos erguidos…
Después del taller me voy puntiaguda y en pedales, tomo el tren en la estación perpetua y apunto necedades. Sobre todo dudas y preguntas: ¿cuál es el origen de la actividad artística?, ¿qué alimento es imprescindible para un artista?, ¿cuándo es el arte necesario?... ¿cuándo es oportuno? …¿es el arte social aquel que sale del pueblo para volver al pueblo?… ¿quién es el pueblo y quién guía a esta democracia perdida?... ¿es una democracia aquella en la que no hay libertad de expresión o donde la producción simbólica está en manos de unos pocos? Y… ¿qué importancia tiene el reconocimiento en el ámbito de lo social?
Mientras rumio mis dudas esperando que el aire acondicionado de la RENFE me pegue fuerte, leo, que es parte del pedaleo. Ante mis ojos un texto sobre la relación entre maternidad y creación en el que una madre describe la tristeza inexpresiva que durante años mostró la única de sus hijas que, por circunstancias poco favorables, se vio privada de la sonriente mirada maternal. Esta niña se había vuelto tan triste que nunca reía, mientras sus hermanas menores sí lo hacían. La madre estaba aterrada, dolorida, carcomida. La hija sufrió cruento y se hizo una payasa terrible. Encuentro la carta de esta madre a su hija impactante, y la manera en que se expresa esta relación madre-hija apabullante y extrema, bellísima. Me pregunto qué tendrán que ver con todo esto la mirada y la risa…
Pedaleo, llego al agua de las plantas y al riego de mis textos. Me caigo de sueño y a la mañana siguiente despierto como un trueno.


Miércoles 18-07-07
¡Han vuelto los xavals! Pido permiso a Jordi para asistir a la reunión de evaluación del viaje del grupo a Grenoble con la obra ¿Dónde vamos?, para el festival de CREARC. Me lo da. A las cuatro estoy como un clavo en Pa’tothom y van llegando los xavals, primero Stéphanie, luego Gracy, Claudi, Nuria y finalmente Hassan. Ayoub llega algo tarde y Jonathan está de visita médica debido a un accidente en bici, así que no llegará. Jordi Forcadas está sentado en una pequeña escribanía en la entrada del local, con la nariz metida en su cuaderno me parece más flaco, un tronco nudoso y joven, blanquito. Pienso en los prometidos frijoles y en una siesta al sol…
Pero la noción es otra, tiene que ver con la ruta y la hoja rota en la que escribe sus notas y sus cosas duchas. Empieza la reunión con una valoración del proceso anual del grupo, su evolución, despistes, percances y alcances. Jordi felicita a los chavales por su entrega a un teatro que no se hace por dinero o fama, sino por placer y convicción. Juntos buscan un compromiso para el año próximo y consideran una invitación de fin de semana al campo, la continuidad de la obra y la posible substitución de Ayoub que se nos va a Madrid. Parecen todos bastante dispuestos, sólo Hassan pone alguna pega por un posible trabajo. Jordi formula su valoración positiva de parches bien cosidos. Las chicas están grandes, densas, hermosas. Los chicos amplios, largos, radiantes. Al menos en apariencia, la evolución de Xavals del Raval, el grupo joven de Pa´tothom, se muestra espléndida y amable.
Stephanie, que es la única con una queja pinchuda con respecto a la puntualidad, contesta cuando le pregunto sobre los efectos de la transformación: “como individuos, como seres humanos, somos más generosos. En el grupo se sintió algo distinto, que trabajamos para un proyecto común. Nos hemos salvado los unos a los otros.”.
El grupo de xavals ha creado junto con Jordi Forcadas, director de estudios de Pa´tothom, la obra “¿Dónde vamos?”, y por ahora han decidido izar velas, comprar bombillas y arreglar tablones para navegar juntos hacia un destino que parece ocupado. Dice Nuria: “he crecido mucho y estoy más activa en todo lo social. Ahora tengo un lugar donde contar lo que pienso y me escuchan.”. Gracy arrastra una ele ganchuda: “lo transformador es salir de lo normal y hacer cosas que una nunca ha probado. Yo le he perdido miedo a la gente. Y estoy más implicada con los demás.”. Hassan es el más antiguo del grupo, cuenta con tres años de presencia en las aulas de Pa´tothom, desde los inicios del proyecto Shirine. Se declara “un inconstante en el proceso…pero he cambiado mucho. Sobre todo me puedo concentrar más en el grupo y escuchar. Antes pasaba de todo, iba a mi rollo…”. Claudi desprende una luz tan nítida que después de verla, cuando cierro los ojos, la sigo viendo por un rato: “antes era muy tímida y ahora me sale cada improvisación…” interviene Ayoub: “sí, ella sale y se lo curra” y luego Jordi “!hay una foto tuya pronunciando la ce española!” Y pone la boca como un piñón atravesado de babosas. Claudi pues, con la boca como un piñón atravesado de babosas, es nuestra caribeña española en las tierras del Crearc. Ayoub confiesa sus dotes de media sonrisa: “a mí las mujeres ya no me creen. No se fían de mí…”. Risas. Con el aire satisfecho de haber superado un tornado, Stephanie afirma convencida: “si algo le afecta a uno, nos afecta a todos”.
Más tarde Ayoub ensaya sus fórmulas de seducción apoyado a las paredes de calle Luna, mientras declara sin un brote: “no me imagino cómo habría sido sin conocer el arte. Todo en lo que estoy metido es arte, lo que me permite expresarme pero de otra manera, que es muy bonita, si la gente puede respetarla. Como actor he cambiado pero sobre todo me he divertido. Para mi ser actor es conocer gente, conocer culturas, abrir la mente, saber mucho más aunque no sea para ser actor. Sino como persona. Al final, con la muerte, somos todos iguales. Ceniza, fuego, tierra, lo que sea… y no importa si eres barrendero o rey, lo que importa es lo que has hecho, lo que dejas detrás de ti”.


Pedaleo por la noche y voy al trote porque al galope no llego. En mis uñas, brazos y costados untada estoy de chocolate debido a un terrible vertido de la Avelunga Contreras, entiéndase un alter monigote con cinco dedos de Amanda Forcadas, la del primer camarote. Es capítulo entero y tropel de escritos futuros, sean flotantes o mudos, con topos y sin nudos.

Viernes, 20-07-07
Cuando llego al local de calle Luna, Jordi Forcadas está trabajando en la secretaría y la música latina trina. Lo pongo en antecedentes sobre este escrito y el efecto interrogante que rebota en mi entendimiento cuando oigo de la transformación por el arte. Y mi cabeza abierta de parte a parte.
Me escucha atentamente, hiperactivo e inquieto. Pez de madera tierna, tiene branquias a un lado y aletas de pescado… Le presento mis preguntas:

¿De dónde surge tu actividad artística?

“Creo que de querer jugar y construir símbolos a partir de la realidad, jugar con la realidad a través del arte. Me interesa el juego en relación a que lo principal no es el producto, sino lo vivencial, el proceso”.

¿Cuál es el alimento esencial del artista?

“La imaginación, en el sentido de generar nuevas realidades a partir de la observación del entorno, de lo que le envuelve. Un artista tiene que tener curiosidad e interés, y poder hacer metáforas para elaborar su propia realidad. La imaginación se trabaja hasta ser capaz de metaforizar al mundo creando lenguajes de sentido, sin resignarse al canal que nos dan para esto.”.

¿Cuál es el arte social?

“Tomo la carta de Augusto Boal cuando dice que todo arte es social, pero hay un arte anestésico o conductista que mantiene estructuras, y hay un arte transformador que pretende revisar lo que hay para abrir nuevas posibilidades de convivencia u organización social. El social que pretendemos nosotros no es un arte conductista ni que venda modelos o adoctrine sino que busca generar un diálogo entre todos los elementos sociales. Sin supeditarse a los conocimientos, dando por sentado que unos conocen y otros no. Todos somos poseedores de conocimiento. Todo ser humano tiene su saber. El arte social tiene que tocar las realidades, tener cercanía, proximidad con la realidad social”.

Si el arte es una herramienta, ¿para quién y para qué?

“Nosotros nacemos como herramienta para aquellos que se consideran o han sido considerados al margen de la participación social. Los silenciados, las personas silenciadas. Nos consideramos una herramienta para permitir a todo ser humano elaborar sus propios símbolos y evaluar aquello que ha recibido o se le ha impuesto. No somos herramientas de nadie, la gran ventaja es que no trabajamos para nadie…partimos de unos criterios de idealismo, y esos ideales nos guían”.

Si no trabajamos para nadie, ¿de dónde sacamos los frijoles?

“Es una pregunta constante que tenemos. Hay procesos como el de los xavals, en el que no hay frijoles. Tenemos una presión para sobrevivir y una presión ética que pasa por encima de la supervivencia económica”.

¿Crees que vivimos en una democracia real?

“Creo que nuestro papel es el de transmitir a las personas el poder de transformación que tienen. La situación se nos maquilla con una democracia aparente, donde el ciudadano es muy pasivo y los más activos nos dirigimos a esas instancias políticas que no llevan el rumbo de esta sociedad, que son los títeres políticos al servicio de los imperios económicos. Lo que tenemos que hacer es mostrar cómo el pueblo puede tomar parte y decidir cómo tienen que instaurarse estos poderes económicos y cómo han de legislarse. Si por democracia entendemos esta sociedad en la que el bienestar es tomar café de Colombia o ponerse un perfume de la India. Si pensamos en ese bienestar y en la seguridad de mi piso, mi coche, mis vacaciones… eso es alienante ¿no?...”.

Siempre que dice ese no al final de una frase caigo en la cuenta del Jordi colombiano… entonces suena el teléfono y está el Jordi catalán tomando una cita perfecta para Montse. Vuelve a donde estábamos:

“Es interesante lo que dices, porque me acuerdo de un profesor que me gustó mucho que decía que ahora separamos la técnica y el arte, pero los griegos no, para ellos era la misma cosa en el sentido productivo. Y esta separación actual ya nos predispone a que el arte sea visto de una manera y la técnica de otra. Siendo que alguien le decía a Boal que el arte cambia los símbolos, pero no las estructuras. Y Boal dijo, ¡si cambiáramos los símbolos! Igual ahora vemos lo que hace esta sociedad del bienestar, cómo destruye la naturaleza, el medio ambiente y vemos cómo este bienestar produce basura o cosas innecesarias. Nos damos cuenta de que si todo el mundo tiene coche, el planeta se destruye. Si todos van en coche no hay medios ni manera de que sea sostenible. Nos enfrentamos a un modelo social fracasado, insostenible. Y nos tendremos que replantear qué modelo seguir. Necesitamos imaginación para romper este modelo capitalista de ganar, basado en tener más y más. Boal habla del ansia de devorarlo todo”.

Háblame de ¿Dónde vamos?, la obra de Xavals del Raval

Plantea el papel del joven frente al grupo, la organización colectiva. Es reflejo de lo que se vivía en el grupo, es una metáfora de la conciliación de los deseos individuales con los colectivos. La reflexión a la que llegamos es que realmente, no cuando vivimos en la inercia acomodaticia sino cuando hay una pulsión de supervivencia, es cuando el hombre toma su dimensión social. Es paradójico, es algo que me parece triste de Europa, que la sociedad del bienestar lo que ha traído es una deshumanización hacia los otros. Y peor aun, se inventan opresiones que en sociedades primarias no existen. Hay una visión del ser humano que a veces me transgrede a mí, que es la de su necesidad de estar en la lucha por la supervivencia para poder dimensionar lo que es vivir. Como decir que sin la percepción de la muerte, a veces no se valora tanto la vida”.

Cuando le estoy preguntando por la importancia del reconocimiento en el arte social llega Montse, intercambian algunas bromas y comentarios cruzados hasta que acaban hablando de Piqué, Rajoy, Acebes y Zaplana, con la ce española que no es la catalana. Yo de políticos no hablo y espero paciente, con la pluma levantada.
Al rato Jordi vuelve y pone el punto:
“Normalmente se entiende reconocimiento como reconocimiento público. Pero cuando yo me siento reconocido es cuando los colectivos me asumen como parte de ellos, como uno más en el proceso. Es una profesión un poco dura que no pasa por luchar por el reconocimiento público sino por el reconocimiento de tu cercanía al fenómeno social. Y en palabras de Paolo Freire, no es tanto lo que le enseño al colectivo, sino qué reconozco en mí de estos colectivos, en el sentido de re-conocer”.



Sin decir más nada se va Jordi Forcadas y yo quedo imaginando un re-conocer brechtiano, que es un re-conocer sorprendido de lo que tenemos al lado. Agotada por los humanos, busco nuevos datos hundida en un pantano. Y con sorpresa reconozco a varios renacuajos, que en el lago disecado empujan el crecimiento para llegar a ser grandes sapos. Y qué estupor el mío cuando me entero de que caníbales se han vuelto para ganar tiempo a destajo, y olvidando el cuerpo ético se han comido a sus hermanos hasta volverse gigantes, reales futuros sapos.
Y del océano al río, metida hasta las manos, veo la larga odisea de salmones hembras y machos nadando contra corriente para volver a la fuente y encontrar al final la muerte. Todos cambian de cabeza, de color y de manto. Y todos saben de su suerte. Al final se han transformado de peces plateados en bichos grotescos de cuerpo rojo y cabeza verde, y aunque llegue uno de mil, contra las zarpas del oso pudiente volverán a fecundar la fuente.

Y colorín, colorado… este cuento no ha acabado. Espero les traiga suerte y si se encuentran mareados, beban agua celeste y hagan sietes acostados.


Barcelona, julio 2007