sábado, abril 08, 2006

Aves de la nada

Para Poca, capo
Es la nada vespertina de esta historia
el resultón alquímico de un basural urbano.
Eran días de cemento en los que crecían montañas de basura,
montañas infinitas,
elongaciones redondas y hediundas de cables abiertos
como cardos de alambre,
botellas venenosas de plastico alumbrado,
bolsas repletas de duras medialunas,
dulce de leche y puré de calabaza que en la maña rasqueteada
cedían su mate de hazaña y de torta cizaña,
eran noches de purgas, de vericuetos sedientos,
noches de luna con canción de hambruna,
eran días mugrientos,
días de panes multiplicados por los hijos de judas.

Se escuchaba en la nada verpertina de esta historia
el soplo de un pulmón azulado.
Fuera un pulmón verde y endulzado.
Un pulmón tricíclico aniñado estaba
palpitando en un cofre de vidrio
y una vieja revolviendo con la mano,
la abuela de la nada con su cresta azulada,
silenciosa parturienta de papeletas usadas,
papeletas nuevas,
papeletas maletas para los hijos de la nada,
los de judas vestidos con craneos encrestados
y armados con patrañas que no fueran espadas.

Así estaban los de judas en la nauseabunda nada.

Eran varios.
Eran muchos de esta orilla y de la otra playa.
Cruzaban volando para repartirse la nada
exhalada por el pulmón enquistado,
viajaban juntos, uno apoyado y el otro al costado,
a veces nadando, nadeando,
coleando dados y dando codos al costado,
para repatriarse de a poquito al tiempo prestado,
el tiempo tomado que iba cobrando entonces
colores imprevistos
e indecibles sueños de estas aves del costado,
aves idiotas desprovistas de destino y despojadas de alivio,
aves monigotas nadeando
en la angustiosa ganga del basural ninguneado.

Entre las aves de la nada
un gavilán especial amanece despierto,
de torpe vuelo y de informe atuendo,
de ronco graznido este hijo se hace sitio
y el basural se vuelve entonces ritmico avatar
de conclusiones abiertas y de fines desprolijos.
Está desprovisto el gavilán de orden y concierto,
y en desorden su desconcierto grazna un silvido.
Ahí vuelan los cientos de hijos.
Y juntos andaban buscando en el basural sus sentidos
y metiendo el pico retorcido.
Así fue que el gavilán se dio en la trompa
con un viejo descosido,
un corcho antiguo en el pico se le quedó metido.
Ay! qué antiguo tapón qué vieja encerrona
qué tapa rosca en la boca se le metió la estopa.
El gavilán andaba sediento de decir poca
y poca dijo abriendo la boca.
Más no salía palabra de la boca,
ni el ala que estaba rota podía volar hacia la otra,
ni nada de la luna ni nada de las urnas ni nada
que no fuera pico cerrado de aceituna
y ganas podridas de nombrar la hambruna.

Entonces apareció la pulga.
Era una bicha diminuta
una enana meditabunda y dichirichosa.
Saltaba la pulga y exhalaba del pulmón azul la culpa.
Discernía en el montón los lugares en punta,
los lugares vacíos, los lugares tumba.
Y buscaba un apoyo, un sostén para sus pies de pulga,
un lugar calentito que de sangre retumba.
Es el cuello del ave especial, el gavilan con el corcho en la punta.
Ahí encuentra la pulga su colchón de plumas.
Le pide la pulga al ave caliente
que le muestre el camino de la gente,
donde vuelan los hijos negros
donde los sedientos y los más sobresalientes.
Parece que vuelan juntos sobre el basural de la muerte.
Vuelan sin partir solo volando para ver
desde el cielo las formas exiguas del corazón celeste,
vuelan para acá y para allá,
apoyando el ala y codeando suerte
los hijos de la gente.
Pero poca no decía nada por la boca.
No movía el ala rota.
No volaba hasta la otra.
Todo parecía nada y nada parecía todo.
Era este ave poca por no abrir la boca.
Era torpe por el ala pesada,
por la culpa heredada y la pata enroscada.
Ay, poca, que corcho oscuro qué tristeza
de ala rota qué bruta emboscada.
La pulga quería un brillante graznido,
quería un vuelo abierto,
un abrazo partido que fuera dicha
y no más de alegría poca.
Entonces picó en el oído
y con sus fauces enormes fauces de bicho
le dijo el entredicho: "¡Poca, dejá salir al bicho!" .
Hincó el diente valiente el veneno punzante
la pulga desmedida despreciada medida.
Pica a la poca trucha la pulga que escucha,
tan fuerte el dolor tan vibrante el escozor
para el ave delgaducha que abre la boca
y escupe la estopa, desenvaina el ala
y desenrosca la pata,
y se vuelve un aguilucho,
un aviador ducho y un boleador lucho,
lo que fuera poca es ahora un animal mucho.

Se pone el gavilán al frente de los hijos que son muchos.
Y ya no es poca si no es mucho,
y es entonces para la pulga una plataforma el ala,
un hogar infinito para volar sobre el vertedero de la nada,
y un colchón donde soñar sus lunas de ave hada.

lunes, abril 03, 2006

Podrida Cronica, apuntes dramáticos


En nuestro primer relevamiento en Crónica, el grupo Brazo Largo casi al completo. Nos reciben Aldo y Miguel, de la comisión interna de Gráficos. Cuerpos, peinado, indumentos y ademanes futboleros. Aldo más blanco y más grandote, nariz aguileña, ojos pardos. Miguel algo más bajo, musculoso y panzón, ojitos amarillos de mirada risueña, nos cuenta que es técnico fotográfico y trabaja en la pc con Photoshop. Aldo, el grandote, tiene la voz cantante y narra el conflicto crónico con autoridad, despanzurrado en un sillón tras el escritorio ganado a la empresa:

“Nos sacaron todo, no pagaban más la gratificación. De 1500 empleados pasaron a 450 y luego a los 170 de hoy. Somos cinco en la comisión interna que surgió para frenar los atropellos. El atropello máximo fue cuando nos dijeron que o aceptábamos una reducción de 36 horas o a la calle. Hace tres años que nació la comisión interna. Nosotros nunca fuimos delegados, que siempre se vendieron. Pero hicimos una paralela y los echamos a los otros. Estamos en el sindicato también. Nosotros trabajamos para unificar ideas, criterios. Empezamos a hacer paros, a ocupar todos los turnos. Hoy si convocamos a un paro, se quedan 170 de 170. Estamos en el día a día, en la lucha diaria, cada día vemos lo que pasa y resolvemos al instante, ahí mismo, así trabajamos. Nosotros hacíamos cola por 20 patakones, y a veces al final de la cola ni los patakones te daban. ¿Sabés lo que es eso?
Hoy estamos bien. Nos pagan. La secuencia de los últimos meses empezó con una falta de respeto de un capo a uno de los nuestros que fue a reclamar la paga: no sabemos cuando te pagaremos y además si están así las cosas es por culpa de ustedes, le dijo. Ahí nos agarró la violacea...”

Miguel interviene “te cuento, mirá te voy a contar cómo fue. Ves un sillón como éste, bueno con el sillón y todo lo sacó éste (señala a Aldo) del despacho de arriba”.

Aldo: “a los tres días vinieron a reprimir, pero no se animaron. Luego nosotros hicimos todo lo que hay que hacer, denuncias al Gobierno, a la CGT, hablamos con Moyano que nos ayudó un montón”.

Miguel responde a pregunta de Carlos sobre Moyano: “no eso de Moyano que estaba del otro lado es un rumor sin consistencia, no es cierto”.

Aldo: “y sabés porqué no se atrevieron a reprimir. Porque vos lo veías pasar al Negro vestido de trabajo y lo olías, y el tipo no trabaja en una gasolinera, pero estábamos para volar el edificio. Iba a ser una implosión lo de Crónica. Vos no sabés lo que era eso.
Y hoy, ni un solo echado. Nosotros hablamos con quien venga, con García, con Liderar, con Forjar Salud. Los trabajadores gráficos no elegimos patrones. Que venga quien venga y nosotros vamos a hacer lo mismo, es la fuente de trabajo lo que defendemos. Esta oficina no existía, nosotros nos reuníamos en los baños, en los pasillos, en los bares de la zona, y ahora tenemos esta oficina gremial, desde donde hacemos todo, acá trabajamos. No negociamos nada ni regalamos nada. No reclamamos lo que no nos pertenece. Pero si que reclamamos hasta el hueso de lo que nos deben. Esta no es una comisión interna cerrada sino que escuchamos lo que dicen los compañeros. El sindicato nos apoya. Hemos llegado a echar a jefes traidores, ladrones. Robaban y robaban hasta que empezamos a parar y hasta que no los echaron, nada, no trabajamos.
En tres años hemos conseguido revertir la situación, porque la comisión gremial toleraba todo, el atropello continuo, y ahora hemos recuperado el aguinaldo, las pagas extras, los feriados. Acá pesa lo gremial y no lo político. Antes convocabas una asamblea y te venían 23, ahora de 170 vienen 170.
Y es que nosotros somos los educadores, los delegados somos ahora los docentes de la historia de Crónica, y el eje de lo que hay que enseñar es uno solo: la necesidad del trabajador de mantener su fuente de trabajo. Acá el trabajador gráfico de Crónica se dio cuenta de que tiene que mantener viva su fuente de trabajo y defender su dignidad. Acá en Crónica no hay jefe patotero que te chicanee porque le rompemos la cabeza.
La comisión la armamos a lista cerrada, nosotros somos gente sin manchas en su historia, y nos conocemos, así que nos miramos y dijimos a ver quién va a llevar esto para adelante. Estos son compañeros sin banderitas, sin pintadas, sin quilombos. Nosotros somos amigos de la podrida, en la desgracia nos conocimos y nos hicimos amigos, en la malaria. Y vamos para adelante porque somos cada vez más fuertes. Después de lo que hemos pasado somos cada vez más fuertes. El trabajador gráfico de Crónica tiene tres principios básicos, la sinceridad consigo mismo, porque si no sos sincero con vos mismo no vas a poder serlo con el otro, la humildad y la dignidad”.

Miguel: “Acá la dignidad es esto, mirá a éste (por Aldo) lo llamaron los de arriba y le dijeron tomá, acá tenés, una valija con toda la teca que le debían para que se borrara, y él les dijo que se la metieran por el culo, a la valija...”

Aldo: “sí porque a mi no me iban a pagar para que me fuera, mi dignidad no tiene un precio. Yo les dije que mi dignidad tiene el precio de lo que me deben y lo que le deben a mis compañeros, ni un centavo más, ni un centavo menos”.
(se emociona - aplauso de todos los que estamos)

Miguel: “otra vez llamaron los de la mosca y yo era el que quedaba más cerca del lugar, así que me tocó ir a ver qué querían, y cuando llego el tipo me dice que la cosa se resuelve suprimiendo la quinta y la sexta edición. Ahí terminó la reunión. Me levanté y me fui. Acá el trabajador no es negociable para ningún patrón”.

Aldo: “nosotros venimos ganando batallas, porque acá estamos ganando batallas, no la guerra todavía no la ganamos. Después del conflicto de los 22 despedidos, venimos ganando. Lo que hacemos es avisar primero al ministerio, a todas partes, y luego ir al paro. Primero avisamos, luego actuamos, para que no haya dudas. Y además tienen un millón y medio de pesos en juicios, todos les estamos haciendo juicio, y lo vamos a ganar, ya está cantado, de aquí nomás unas semanas nos van decir.

Aldo: “el problema con prensa es que son personalistas, están politizados, pican de acá y de allá, y no se comprometen. Además son carneros traidores. Cuando lo del despido de los 22, habían 19 gráficos y 3 de prensa. Y nosotros los hicimos entrar a los 3 de prensa, porque nosotros luchamos por todos los trabajadores”.

Miguel: “y cuando hubo el problema de ellos, nosotros les dijimos, si ustedes escriben, nosotros imprimimos”.

Aldo: “mirá yo no creo en Maradona, no creo en el individualismo, creo en los equipos. Maradona te gana un partido, pero el campeonato lo gana el equipo. Nosotros somos un gran equipo, un violín Stradivarius. Lo que necesitamos es una comisión interna sólida y honesta, gente que se sienta representada y apoyo del sindicato, y si tenés estas tres cosas, tenés poder. El poder es lo que te da respeto. Y conocer tu fuerza y tus derechos. Ustedes han visto la combatividad de nuestros compañeros, Amichetti por ejemplo, como se cree que el tipo con los años que tiene todavía esté allí apoyando, nos llamaba por teléfono el viejo en medio del quilombo, la verdad es que no hay plata que pague la satisfacción de esta amistad y de estas conquistas.
Nosotros no podemos dejar nuestro futuro y el de nuestras familias en manos de traidores e ineptos, sino que hay que buscar gente idónea.
Ahora les vamos a hablar de Fabián... (anda detrás de un mueble desde que llegamos) Fabián es un poco, digamos, violento, se ponía loco a veces, quería romper todo, pero en la comisión interna en estos dos años que lleva ha tenido que aprender a escuchar, a mesurar, a mediar. No sabés lo que cambió el loco éste. Como acá no hay Maradona todos somos delegados, todos representamos a los otros, y nos representamos a nosotros mismos.
Acá tenemos gente con hijos enfermos, sabés, que andan mal, pero mal, cáncer, esquizonfretica (lo dice así)...
Las mujeres de acá no sabés lo que son, las compañeras, había una flaca que se ponía delante de la cana, cuando vinieron a reprimir, y decía si yo tengo que hacerme pegar que me peguen! Y no sabés como gritaban las guachas, que vengan, que vengan. Increíble, inolvidable”.
(
Y cómo es Miguel, pregunto)

Aldo: “Miguel es honesto, alegre, divertido”.

(¡parecen hermanos!)

Miguel: “sí el 29 yo deje de fumar y el 31 Aldo, hace un año. Porque nos estábamos matando”.

Aldo: “ahora vamos a hablar de PITI (el fotógrafo tiene su cámara en mano, remera azul eléctrico, cara rojiza femínea y panzón de hombros estrechos). Él es un fotógrafo de prensa pero reniega de ser eso, se pasó a gráficos, y está con nosotros, es un reportero gráfico nosotros decimos, es como un caso Cabezas sin llegar a ser, y todas las conquistas nuestras son de él”

Piti: “Yo quiero estar para ir al frente, ¿de eso se trata no?, de estar para el frente”.

(...)

En nuestro segundo relevamiento, frente a la puerta de Crónica Marcela y yo. Viernes tres de la tarde. Estamos hablando con los patovikas de la puerta, son dos, uno gordo enorme con camisa blanca mojada de sudor y peinado a lo Elvis. Otro más menudo de riguroso negro, camisa y pantalón. Con quién queremos hablar y para qué me pregunta, le digo que somos actrices del grupo Brazo Largo y querríamos hablar con alguien de la dirección, le doy cuatro nombres de directivos de Crónica, Roberto Oscar Michetti, Oscar Sánchez, Mercedes Domínguez y Miguel Angel Puebla. Marca un número y me pasa el teléfono. Responde un tipo: es Michetti. Después de algunas preguntas me invita a subir, y parece que sonríe. En ese momento entra Aldo-Maradona por la puerta de Crónica, con botas camperas y pantalones de jean, camisa de jean de mangas cortadas, el pelo mojado peinado para atrás, sonriente responde al bromeo de los patovikas “qué bonito que estás, ¿vos las sacás más baratas, lindo?”, cuando me reconoce parece un poco desconcertado, y me saluda “hola” como si no nos conociéramos, no se acerca, sigue caminando hasta cruzar la puerta de vidrio.

1. Roberto Michetti
Nos recibe una secretaria con pantalón sedoso color pastel y tanga diminuta, cuerpo hembra pero no muy linda cara, desprende fragancias cosméticas y más bien parece molesta con nuestra visita. Nos hace esperar sentadas en un apartado de sillones en forma de U, tipo sala dentista. Mientras estamos ahí entra un mono más grande que los otros, más joven, casi bonito si no fuera mono. Saluda a la secretaria, se dan un beso baboso, se rozan. Al ratito la secretaria pastelosa nos hace pasar y Michetti nos recibe. Tiene cara de viejo tano tabacoso, gesto amable. Nos ofrece algo de tomar, pido un café. Se presenta como Presidente del Directorio desde agosto del 2005, otros dos en el directorio son Ezequiel García y Oscar Sanchez, dice. García se lo vendió entonces y ahora está en Crónica Tv. Sobre los puntos fuertes de Crónica, afirma, son Policiales, Deportes, Juego. No tienen clasificados. Tiene una pila de diarios sobre la mesa, pila importante. Le pregunto si lee los diarios todos los días me contesta me los mandan, yo también les mando. Sobre la historia de Crónica dice llegó a vender un millón de ejemplares en los buenos tiempos, ahora vende 120.000, Clarín vende 400.000, por los clasificados, dice.

“La intención nuestra es poner los clasificados ahora, y mejorar la calidad del diario, de los suplementos. Dar más cosas. Mi trayectoria es empresarial, yo soy empresario, estuve 20 años a cargo de una Empresa de Trabajo Temporario. Las estrategias que vamos a usar para levantar Crónica son cerrar las dos ediciones vespertinas y sacar más revistas, mejorar las que ya están. Seguimos pagando las deudas, con ayuda de los accionistas y otros modos. Lo de los despidos se resuelve arreglando, con algunos ya se hizo, con los otros están los abogados. Lo que pasó en Crónica es que hubo un altercado entre los trabajadores que querían y los que no querían. Uno de prensa sacó una navaja. Le cortó a uno de los muchachos de seguridad, se llama Angel. Uno trata de llevarlo lo mejor posible. Ahora ya hay mejor clima porque la gente ya entendió, ya saben que vamos a cumplir con los tratos y con lo prometido. Mi mano derecha es mi gerente administrativo, Ezequiel García. El objetivo en este momento es recuperar el diario y que los trabajadores se sientan bien y que esta es su casa, aunque eso ya lo saben. A los de prensa les costó más entender por su ideología. Los de prensa son 330, en gráficos son 170.

Ah, lo de Moyano. Ahora dicen que están Barrionuevo y Cavallieri (nos muestra un artículo en la revista Veintitrés publicado ese mismo día, el título: “Barrionuevo firme junto al pueblo”). Pero dicen cualquier cosa, confunden todo, yo traje el día del quilombo a dos psicólogas para que contuvieran a la gente, y como mi mujer es psicóloga dicen que traje a mi mujer (leo el artículo por encima, mis ojos caen sobre una frase “¿quién es el misterioso señor Michetti? Quién es, pregunto. Michetti se pone de pie para mostrar la habitación, ahí me fijo en su corbata de seda con motivos heráldicos dorados, la señalo). Ah, ésta, señala la corbata sonriente y me muestra la etiqueta en la parte de atrás GIANNI VERSACE. Le pregunto entonces qué le gusta hacer en su tiempo libre. No tengo, me contesta. Tengo cinco hijos, están todos bien, una incluso es contadora. Me gusta el fútbol, las mujeres, para mirarlas claro, no me van a poner en problemas. Fui secretario general del gremio DGI en el 1973. Me gustan los gremios, hicieron muchas cosas importantes, y las siguen haciendo, los convenios, las obras sociales. Yo estuve en todos los costados de un triángulo, con los gremialistas, como funcionario político en el ministerio de salud y acción social y del lado de la patronal, así que sé cómo son las cosas. Lo que más me gusta, lo que más placer me da es que las cosas salgan bien. Las gestiones se miden por los éxitos o los fracasos. Yo vendí la empresa de empleo temporario TEGEM en 1999. Veraneo en Punta del Este, y en Mar del Plata donde tengo casa. Si a Mar de Plata me invitaron para la cumbre, yo estaba invitado, pero no fui.

Yo creo que vamos a salir para adelante, que el país va por buen camino, porque hay más trabajo, más movimiento industrial y más exportación, y además soy peronista. Siempre acompañé al peronismo, no dije que me gusta el peronismo de hoy. Tampoco dije que no me gusta.
Mi vida siempre fue tratar de emprender cosas. Tener emprendimientos propios. Se necesita mucha plata para eso.
Yo nunca me sentí satisfecho, aunque en la federación de temporarios me miran como a un referente, todavía me llaman para invitarme.
Salieron muchas chicas importantes de mi empresa, entre las promotoras. Elizabeth Marquer, por ejemplo, se hizo famosa. Y muchas otras, modelos. Las que hacen promociones a veces llegan, así dicen, ¿no? (bromea con Marcela que cuando la llaman trabaja como promotora) Y si lo dicen, bueno algo tendrá de cierto, si las cosas corren mucho es porque algo cierto tienen. Si son lindas, alguien las levanta.
No me gustan los animales, no, los perros no, algún pajarito, esas cosas. Pero no soy bichero. Viajar, si, viajar me gusta. Estuve en tu país (por España), por trabajo y otras cosas, un montón de veces.
Me gusta leer, el libro que más me gustó El Túnel de Ernesto Sabato, porque tenía una trama medio misteriosa y compleja. La revista que más me gusta, Gente. Y de Crónica, bueno, la pavada siempre es cierta. Es una sección importante. El lector de Crónica es el trabajador, la gente común, es cierto, es un diario del pueblo. Lo que yo tengo en común con la gente del pueblo es que soy uno del pueblo, ¿o no te parece?

Los suplementos van a ir mejorando, en lugar de estar tan dedicados a espectáculo (el suplemento no recuerdo nombre dedicado al espec-mujer) van a tener un 20 % de generalidades, para la mujer, psicología, astrología, esas cosas femeninas. Croniquita también la estamos agrandando y mejorando (nos regala suplementos, ejemplar del día de Crónica, a Marcela Croniquita porque ya charlamos de lo que somos y de lo que tenemos, como mujeres digo, a mi me vaticina lo de no tener hijos ni marido, por mi cara de pilla, dice).

Soy celoso, sí. Soy Aries. (miro la ventana a nuestra derecha, las cortinas están corridas, pero se intuye una vista impresionante porque estamos muy altos). ¿Querés ver la vista? Veo que sos mirona. Se levanta y nos invita, cuando me levanto para ir hasta la ventana me mira el culo y le dice algo a Marcela: ¿Sos tímida vos? Te pusiste colorada...

Mirá el problema de Prensa es que abarca todo, las mucamas, la gente de seguridad, los jefes de gráficos pasan a prensa, esa es la filosofía del gremio de gráficos, si se hacen jefes pasan a prensa.

Yo no uso la oficina de García porque me parece demasiado ostentosa (la suya es despojada, es cierto, casi parece recién llegado o a punto de irse). Yo no asumo el despacho como mío, como mi lugar. Como la secretaria, como la tuve siempre tampoco me fijo en ella. Esta era una empleada de otro sector de Crónica y ahora pasó a ser mi secretaria, pero yo ni me fijo”.

Michetti insiste en mostrarnos la oficina de García. Nos hace pasar del otro lado donde se despliega un departamentazo de la gran puta, de la época del millón nos dirá después, con jardín de invierno, dos baños, mobiliario pop de los años setenta, televisores por todas partes, cocina, habitación, salón privado, sala de reuniones, él lo llama el Emporio Real de un Gran Periodista.

“García era más personal, no era tan amplio como yo, era más hermético. Tenía de todo, ¿viste? A mi no me gusta. Hasta un jet, que es propiedad de la Editorial Sarmiento, la sociedad a la que pertenece Crónica, pero lo tiene él, García. A mí ni se me ocurriría.

Mi fuerte es la administración y la finanza de la empresa. Lo del diario estoy aprendiendo ahora, al menos para opinar.
Yo creo que los errores que heredé de la gestión anterior son que la empresa estaba sobredimensionada y tenía una venta que no justificaba la edición de la tarde. Crónica siempre fue de poca publicidad, así que con eso mucho no se puede contar”.

2. Angel – Responsable de seguridad
Charlamos con Angel, el mono bonito de pelo cepillo que besó a la pastelosa y el mismo que recibió un navajazo el día que reprimieron. Tiene 39 años, hace 18 años que se dedica a esto. Es el responsable de seguridad de Crónica en este momento.

“Mirá lo que pasa con prensa es que la normativa es que no se puede hacer asamblea sin avisar 24 hrs antes y la empresa es la que te tiene que asignar el lugar. Ellos estaban en un acto de rebeldía. Se reunían, tomaban mate, no trabajaban, hacían asamblea constante con amenaza de paro.
Nosotros vinimos a cuidar por la integridad de ellos (por Michetti) y a poner orden porque esto era territorio de nadie y ellos temían, viste, por sus vidas.
Yo manejo un grupo de gente que hace esto, gente de confianza, le cuidamos a empresas financieras. Estoy a cargo de esto, hago un servicio de ASISTENCIA PERSONALIZADA pero no es una empresa.
Bueno la asamblea la hacían en el quinto piso donde está la redacción y paraban todo, y eso no pueden, entendés, porque paraban todo y no dejaban trabajar (hace un gesto con la mano y ahí me fijo en un anillo redondo grande, plateado con las iniciales AM dibujando una especie de murciélago gótico. Tiene un corbatero plateado también). No acataron la orden de hacer asamblea en el séptimo piso o en otro lugar, pero no en el quinto, no en la redacción. Así que intervenimos, y la respuesta primero fueron gritos, insultos. Informamos al presidente y se presentó el tesorero, y casi lo sacan a patadas. Les propusimos que hagan la asamblea en el hall, pero nada, a las patadas, insultos, empezó un tironeo. Y ahí mismo un muchacho sacó una manopla, y luego una faca, y me la clavó en el brazo (nos muestra una cicatriz en el brazo izquierdo, me fijo bien y me parece una cicatriz ya cerrada, no una herida reciente). Tiraron un monitor, un teléfono, un fax, una impresora, sillas. Nosotros no teníamos nada. Eramos seis de seguridad, porque era el recambio, por lo general somos 4 en cada turno. Ahí fuimos al hospital todos los lastimados. La verdad es que no sé cuantos heridos hubo.
Hoy como hay una conciliación obligatoria estamos para mantener el orden por si hay algo fuera lo normal, tienen miedo del motín, de la rebelión. Yo lo veo al muchacho ese, que no me saluda, y lo tengo que saludar.

En cuanto a los heridos ellos agrandan todo, yo digo que nosotros fuimos 3 heridos de 6, y ellos dicen cualquiera, hacen lío continuamente, yo te cuento la realidad como es. La opinión que tengo de ellos disculpame pero me la reservo. La empresa no se niega a indemnizar pero ellos no acatan la reestructuración, y si la empresa no los echa, quiebra, ¿entendés? Te exigen, hacen lío, pero si yo no puedo pagar...

Yo llegué para el conflicto, me trajo Roberto (Michetti) porque tengo una amistad con él. Acá tengo a diez a mi cargo. Afuera, bueno, eso no te digo, me lo reservo.

La verdad, ojalá que aflojen, que se acabe esto y que haga cada uno lo suyo. Es una lástima que lleguemos a esto”.

Bajamos al quinto piso, redacción de Crónica. Sala rectangular, espaciosa, mar de computadoras.

3. Julián – 55 años, 25 de servicio en Crónica – diagramador del sindicato de prensa – Fue herido en el altercado, tiene la cara marcada, todavía hinchada. Es grandote.

“Lo del conflicto. Sí estábamos reunidos en la redacción, acá en el quinto piso, en la tarde. Se metieron en la reunión unos diez patovikas, y luego otros diez.
Yo te cuento la realidad, luego vos fijate a quien e le crees. Los gráficos habían echado a los directivos y a uno de seguridad del edificio, no uno de estos monos, un empleado normal, a las patadas los sacaron, uno 15 días antes, un mes al máximo. Era una reunión informativa, nada extraordinario. Había un aire de represalia constante. Eran las ocho de la noche, algo así, era una asamblea informativa, había unas cuarenta, cincuenta personas. Ellos irrumpieron para disolver la asamblea. A los gritos llegó el secretario de Michetti (Mariano Rodriguez) con su guardaespaldas personal. Los golpes empezaron por ellos, casi enseguida, fueron 3 o 4 minutos de golpiza, yo no entendí nada. Luego vino la asistencia.

El cierre del vespentino fue el 25 de octubre, despido de 74 personas. Ahí estuvimos tres días sin salir del diario. Decidimos en asamblea general que el diario no salía. De ahí pasamos a una tirantez constante. Por el ministerio del trabajo se accedió a una conciliación obligatoria. Pero ahora se propone un retiro voluntario y ya hay 35 anotados. Los gráficos no sólo no se solidarizaron sino que publicaron un aviso. Nosotros tenemos buena relación con todos los trabajadores”.

4. Ruben Villalta, 50 años, 23 años de servicio en Crónica. Periodista, sección de información general.

“A nivel interno, con respecto a las asambleas y las comisiones internas, hay una fractura muy fuerte. Estos (por gráficos) son los que te dicen decidite pronto porque nosotros vamos a trabajar. En las asambleas de prensa pasa que nosotros somos de dar muchas vueltas, lo definimos todo entre todos de forma horizontal, y dentro de prensa hay gente que piensa muy distinto, así que nos lleva mucho trabajo.
Las diferencias que tenemos con los gráficos son las mismas que tienen ellos. Nunca intentaron la unión, aunque las bases, que son comunes, es lo que están pidiendo. Crónica tiene una historia de lucha conocida, ya en la época de Alfonsín Prensa pidió una solicitada para los represores. En prensa hay una conciencia importante, una tradición de lucha. Crónica siempre fue un diario comprometido con la realidad. Con García era bastante independiente. Sí es cierto que por ejemplo, con García en el 96-97 se bajaba línea desde arriba en algunos momentos de campaña política, por ejemplo para apoyar a Duhalde. Yo me sentí siempre con libertad de escribir lo que quisiera, sin censura. Pero es relativo, por ejemplo ahora no se puede hablar de los piqueteros, sólo cuando cortan las rutas, eso sí, pero nada más, ni de empresas recuperadas, ni del Bauen, por ejemplo. Hay relación con un sector del gobierno, seguro. Sentimos que hacemos un trabajo para la gente. El tipo de notas y el lenguaje responden a eso. Pero no hacemos amarillismo, es un estilo periodístico dirigido a la gente sin recursos.

Con respecto a los policiales, y la relación con la policía pasa esto, no se hace un trabajo de seguimiento de un caso determinado, sino que se hace el día a día, se llama a las oficinas de prensa de las jefaturas y estas nos pasan el parte. Entonces si destacábamos el accionar de un comisario, al final del año el comisario puede recoger esas crónicas nuestras y acceder a un ascenso. Entonces se empieza a dar una ida y vuelta. El comisario llama para hacernos saber porque se va armando su ascenso.

Lo que pasa hoy. Yo me quedé tres días ocupando pacíficamente esta redacción. Luego de la pelea fuimos encerrados por patovikas de dos metros, monos enormes. Después de todo eso, del sufrimiento de estar acá encerrados, con los monos de las dos partes, nos sacaron por la escalera de emergencia, a oscuras, y ahí yo pensaba que después de todo para terminar saliendo así, como ratas, la puta lo que hicimos para terminar así. Al llegar abajo y ver a mis compañeros se me llenaron los ojos de lágrimas. Sentí algo reconfortante, sentí contención y también mucha descarga emocional. Fue muy emocionante. Después me fui a mi casa, solo, vencido, sin hablar con nadie, soy divorciado, así que no tenía nadie con quien hablar.
A las siete de la mañana me llama la delegada y me dice venite que se puede entrar: de nuevo la esperanza. Todo en cinco horas. Fue dramático y reconfortante.
A la noche siguiente hubo una asamblea histórica, eramos 200 de un total de 220, el 90 % del personal de prensa, acordamos luchar por la incorporación de los 74 y volver a sacar el diario.
Yo tengo contactos con todos los colegas de los medios así que desde aquí fuimos informando a todas las redacciones, las radios y medios informativos alternativos, amigos. En el quilombo más absoluto logramos que nos dieran cobertura, no todos, pero bastantes.
Yo estaba despedido desde el 24 de octubre, con la última edición de la quinta. Con la conciliación obligatoria la empresa reafirma su prohibición de realizar asambleas en el quinto piso. Y así empieza la historia de la podrida”.


Ya pasaron casi tres horas y Marcela decide marcharse. Yo quedo charlando un poco más, recojo los datos de Andrea Salmini, delegada de Prensa, que pasa por delante de nosotros pero no se detiene a hablar, tiene prisa.
En la planta baja, cuando estoy por salir del edificio, me llama el gordo patovika con el peinado a la Elvis, se llama José, y me pregunta cómo nos fue. Le digo que bien, anduvimos recogiendo versiones. Yo soy el malo, seguro, me dice. Le digo que no sé. El me dice “yo sí que sé, la realidad yo te la cuento, es que acá la manada era buena, había un par de malos pero la manada es buena, así que eliminados los malos queda la manada, tranquila. Es de animal básico, yo te digo la realidad”. En ese momento entra de nuevo Aldo, mismo vestido misma actitud triunfante y fresca, con el pelo seco esta vez. “Qué hacés bombón”, le grita José. Aldo sonríe, atraviesa la entrada, desaparece tras la puerta de vidrio.


5. Sábado a las tres de la tarde. Nos encontramos con Ricardo Fioravanti, periodista de Crónica, en un bar cercano a Plaza Lezama. Somos varias de Brazo Largo y del grupo de teatro de Patricios. Tiene la cara a moratones, aspecto juvenil, mochila infantil con cierre relámpago gigante. Cuenta:

“Hasta el 99 peleábamos juntos Gráficos y Prensa. Un día los gráficos hasta pararon para que cobren los cronistas volantes, que son los más precarios nuestros.
Nos dividimos después de una asamblea larga de prensa y gráficos (gráficos se dividen entre los de máquinas y los de armados, estos últimos los de armados tienen mucho contacto con prensa porque conviven). En el sexto piso está el tipeado, el armado. Los gráficos de la noche no quisieron tomar una medida de fuerza. Empezó una discusión y se pasó a lo personal, uno de los nuestros empezó con “vos quien sos, vos no me representás” esas cosas. Eso se tomó como un desplante, y ahí se separaron gráficos y prensa. Desde entonces no hay más asambleas conjuntas, y la empresa sacó provecho, porque como vos sabés, divide y reinarás.
Prensa tiene muchas dificultades en la conducción. Yo fui delegado en el 2000. Cuando asumí esa responsabilidad quería conseguir blanquear a los que estaban en negro, efectivizar a los precarios, aumentar los sueldos y desarmar los quioscos que habían armados. Quise desarmar, ingenuamente, porque luego me di cuenta de que estaban todos entongados, me metí en problemas, y acabé aislándome mucho. Era un quilombo. Todo eso se desarmó con el juicio a García en el 2003. Los gráficos denunciaron los chivos y había muchos, de todos los tamaños, partiendo por los que se hacían al director de la municipalidad de San Isidro.
Yo al final me abrí porque era muy desigual la pelea, porque al final me jodía el trabajo, me amargaba la vida.
La comisión interna de prensa se politiza, están el MAS, el Po, la UTPBA, no sé, no se entiende, acaban queriendo sacar provecho de todo, cada uno para su lado.

En el quinto piso, lo de la asamblea, se quiere evitar porque en el quinto piso está la redacción y si te reunís ahí acabás obligando a quien no quiere participar a estar, porque no puede trabajar con decenas de personas alrededor armando quilombo.
Entre la UTPBA y la comisión interna hay una puja. Yo tengo buena relación con la mayoría de gráficos, también con la interna, yo entiendo lo que hacen y lo respeto.

En el conflicto del 2001 a mí me echan, echaron a 28 y reincorporaron a once. Pero es que era medio, no sé, opinaban todos, habían unos anarquistas, querían hacer una olla popular, está todo bien, pero no sé, comemos luego....
En la comisión interna de prensa se pregunta quién quiere asumir y se presentan 5, dos del Mas (Andrea, Kiko) y uno del Po (Nancy) uno que estaba reloco y nadie le dio pelota y otro, un gordo bueno, que mucho no cuenta. No hay ningún periodista. Andrea, que es delegada, es diagramadora. Dicen que se pasó a prensa porque en gráficos no encontraba lugar para hacer política. Yo no sé, me parece que ellos disfrutan con las medidas de fuerza, en lugar de disfrutar con la tranquilidad.
Yo hago deportes, me ocupo de eso. La verdad es que no quiero problemas, tengo tres hijos, me dedico a la docencia, quiero estar tranquilo. Me gusta trabajar, y me lo trabajo todo, el 7 estaba en cuidados intensivos y el 14 ya estaba trabajando.
Yo invito a los que acusan a Crónica de amarillismo y de que chorrea sangre a que la lean todos los días, que vean las fotos de Clarín y comparen.
Hoy la pavada la escribe Luis Ventura.
Forjar Salud es el nombre fantasía de la UOM
Lo de Barrionuevo yo creo que es cierto, porque una vez puso 150 lucas en cheque para pagar una cuenta. Yo creo que es parte, y Moreta, Manzano, también puede ser.
Yo no quiero que me pase nada, pero si me tocan a un compañero, yo lo voy a defender aunque me rompan la cabeza.
Los gráficos lo que quieren es que saquemos a esta comisión interna, y la verdad es que hay muchos que estamos de acuerdo, pero si los sacás tenés que poner a alguien y no hay ni medio que esté dispuesto a asumir esa responsabilidad. La comisión interna nuestra se sube al tren y no baja más, no entiende la palabra negociación. A mí lo que más me importa es que los compañeros entren a trabajar. Que estén los monos no me gusta, a quién le gusta eso, pero entro y no los saludo.
No se puede ganar todo, siempre todo, eso es lo que no entienden. Los de nuestra comisión querían que no quedara ni un solo mono, pero bueno, yo ni los miro.
García es un grande, una gran periodista, pero como empresario hizo grandes errores.
No tengo miedo, tengo bronca, indignación. La próxima vez no voy a ir con tanta inocencia a defender, la próxima vez.
Sí hay miedo, algunos compañeros tienen miedo.
Los gráficos no tienen miedo, son más valientes, si a un compañero lo tocan van y se agarran a palos. Ellos son más estructurados y obedientes.
Nosotros somos más vuelteros. El gráfico es más obrero, lo digo con orgullo, en prensa en cambio somos más... pajeros, sí esa es la palabra.
La gente se va, van aceptando el retiro, a gráficos yo creo que también se le viene, son tres turnos en un turno, cómo se aguanta eso. Pero están fortalecidos, la empresa sabe que si arman quilombo arman quilombo. Yo creo que ahí abajo tienen un arsenal.
Yo estoy tranquilo en mi trabajo, viste, pero no voy a soportar injusticias. Yo no quiero hablar en las asambleas, me dicen que hable, pero yo quiero sólo acompañar.
En general los periodistas no apoyan la comisión interna de prensa, la gente de alrededor, de limpieza, por ejemplo, sí, porque los ayudaron mucho, los efectivizaron.
Lo que hacemos ahora es que en las reuniones de la comisión interna mandamos a dos de los nuestros, para que sepan lo que pasa, para estar.
Si estos patovikas tocan a un gráfico yo voy a saltar, no me interesa lo que me pase.
A Kiko yo lo respeto (comisión interna de prensa – MAS) estuvo en montoneros, por su historia, tiene mucha lucha. Pero no lo tocaron. Cómo vas a ser delegado y que caguen a palos a los tuyos y a vos ni te toquen?
Andrea (delegada comision interna – Mas) es una gente educada, está en política desde hace tiempo.

En deportes yo estoy libre, no me bajan línea ni me condicionan.

(Le planteo la posibilidad de la autogestión), la autogestión en un medio de comunicación me parece imposible, porque hace falta un aval, alguien te tiene que dar el papel. Si no... yo creo que eso que planteas es medio inocente y puro. La verdad es que yo creo que tal vez lo único posible en ese sentido son las pequeñas comunidades de gente que se junte a vivir tranquilamente, para convivir y respetar al otro, disfrutar de las pequeñas cosas, del campo, sin tv y sin teléfono. Yo voy a un campito de mi suegro con mi familia y no sabés lo que disfruto ahí sin tv y sin nada.

El periodista de Crónica es popular, pero está desactivado. Yo creo que en realidad está desactivada toda la sociedad, o bueno, casi toda. Grandes porciones del pueblo están desactivadas. Yo no veo un espacio, un partido que me represente. Voté a Kirnchner con todas las dudas. Antes lo votaba a Zamora, pero me parece que tampoco acaba de cerrar su propuesta.

Hace poco gané un premio como periodista destacado en el ascenso, pero todos tenemos límites, y es difícil ser independiente.

Yo tenía una revista independiente de deportes, ESTO ES EL ASCENSO, era en el 92-93, yo tenía 24 años. Con esa revista llegué a un campeonato de futbol en Paraguay y ahí conocí a un compañero de Crónica y conseguí trabajo. Con la revista pateábamos de lo lindo, para conseguir publicidad. Tenía un amigo raro, que tenía una funeraria y hacía un montón de plata, y le pedí que me pusiera un anuncio y me dio 1400 pesos. Entonces esos pesos eran cuatro meses de vida de la revista, yo miraba la plata fresca, coleando, y no me lo podía creer. Hoy ese tipo de la funeraria es mi gran amigo, todos los 24 nos encontramos y comemos y chupamos como locos, lo bueno que tiene es que tiene mucha plata pero no te lo hace sentir, es humilde el tipo. Nunca me hizo sentir mal, y eso que a veces me llevaba a cada restaurante”.

(...)

En el tercer relevamiento estoy sola en la puerta de Crónica. Los patovikas no me dejan subir porque no hay nadie de la comisión interna de prensa, ando buscando a Andrea. Cuando pregunto por las chicas de la limpieza me invitan a esperar afuera. Tomo un ejemplar de Crónica del mostrador, salgo leer al sol. Me llaman la atención las pocas páginas del diario, los artículos cortos, la preponderancia de noticias que como cuentos mítico-folklóricos de la violencia social, desprenden una atemporalidad inexorable y un detallismo escabroso, casi como si estuvieran dirigidos a un sujeto reflejo “así estamos, esto somos”. Pienso en cuánta gente es necesaria para hacer ese diario, mucha, me parece. Una garcha el contenido, con perdón de García. Para ser una publicación dirigida a gente sin recursos, como nos dijeron sus periodistas, me parece que presta escasa atención a lo social desde una perspectiva “firme junto al pueblo”, o sea, para el pueblo, y muestra un magro esfuerzo en generar desde sus páginas una problematización del genocidio social, la apertura y la búsqueda de soluciones individuales o colectivas para promover la educación, el debate, el diálogo y la construcción de una mirada crítica.
En las páginas centrales la noticia de violación en Don Torcuato. Un chiquito de siete años fue secuestrado y violado por dos adolescentes de 15 y 18. Hay una fotografía nocturna de la manta y las botellas de gaseosas utilizadas por los adolescentes para atraer a los chiquitos, las botellas están apoyadas la una contra la otra, para la foto. Evidentemente a alguien le pareció oportuno reconstruir la escena del crimen como un escaparate ínfimo, escuálido.
Sigo leyendo. La pavada me parece una cagada. Recuento las páginas dedicadas al fútbol y son más de la mitad del volumen del diario. El día anterior una encuesta televisiva anunciaba que si a Argentina le fuera mal en el campeonato el país podría derrumbarse. Por ahí cerquita una nota elogiosa celebra a la gran diva de la televisión Mirtha Legrand. Me pregunto si Maradona le hace bien al país, o le hace mal. Y si un diario firme junto al pueblo no debería indagar en los entuertos, en las mentiras e ilusiones con que a este pueblo se lo engaña y somete. ¿No sirven los diarios para abrir caminos en la resolución de las carencias? ¿Qué importancia tiene, si no sirven para esto, que estén firmes junto o contra el pueblo? No veo en Crónica ningún trabajo periodístico que aborde cuestiones de interés popular como la propiedad de las tierras y la vivienda, la salud, el cultivo, la higiene, la educación, la comunicación y el debate, la organización, la autonomía, las fuentes alternativas y genuinas de trabajo, la formación profesional, el diálogo familiar, el alcoholismo, la violencia familiar y de género desde un planteamiento que ayude a problematizar, hacer reflexionar y estimular y vehicular la búsqueda de soluciones.
En ese momento sale Fabián de la comisión interna de Gráficos a preguntarme qué quiero. Le contesto que ando buscando a los de la comisión interna de Prensa. Fabián desaparece y entonces sale del edificio un gordo de largo cabello blanco peinado para atrás, collar de cuencas tipo indígena y gafas de sol con cristales plateados. Se me acerca y me dice acá estoy, soy Ezequiel Castañino. Yo le contesto que tal vez hay un error, que ando buscando a Andrea o a Kiko, de la comisión interna de Prensa. Entonces Ezequiel me dice a bueno, violentamente, yo soy de la comisión interna de prensa, pero ya está. Y se va. Cuando le grito que se quede a charlar conmigo, que me equivoqué me mira y hace un gesto con la mano “vos estás buscando a otro”. En ese momento lo reconozco, recuerdo a Ezequiel, es el tipo que se acercó a Marcela cuando estábamos esperando en la redacción para hablar con algún periodista. Se acercó con unas fotocopias del artículo publicado en Veintitrés ese mismo día y nos dio una copia “casi lloro al pagar los cinco mangos, loco”.
Cuando el gordo Ezequiel vuelve a entrar en el edificio salen las chicas de la limpieza y detrás de ellas el patovika José me avisa “ahí las tenés”. Las tres mujeres son bien distintas entre sí, una mulata en los cuarenta de rostro chupado que parece brasileña, enseguida dice que no quiere con acento extranjero, se aparta el pelo de sus ojos grandes y negros con una mano huesuda y entonces veo su ojo tuerto, herido, y seria en serio con la cara revuelta, se va. Quedan las otras dos, una blanca señora mayor me señala la herida en su pierna y anuncia que tiene que ir al médico, la veo bajar las escaleras renqueando. La tercera y última es una mujer chiquita, de cara redonda y sonriente, parece india guaraní, me toca el brazo suavemente como disculpándose sin dejar de sonreír y me dice “no puedo, mamita, tengo que ir al otro trabajo”.
Tras el mostrador de la entrada, José el patovika está sentado en su mesa y come papas fritas y hamburguesa Mc Donalds, me dice que las chicas son rebuenas, pero que si no me conocen no van a hablar. Como me ve decepcionada cambia de idea y me deja subir a ver si encuentro a alguien, aunque en prensa Andrea no contesta.

En el sexto piso unas puertas de vidrio con un par de carteles.
Leo: GRAFICOS ASAMBLEA GENERAL, JUEVES 15 HORA 18 – TEMAS: DEUDAS. ADEMAS DECLARAR PERSONAS NO GRATAS PARA EL PERSONAL GRAFICO A ROBERTO BUGIA Y MIGUEL ANFUSO. Firma abajo, FED-GRAFICA BONAERENSE, COMISION INTERNA GRAFICA-

En el otro cartel: URGENTE PARA EL HERMANO DE UN COMPAÑERO DE PRENSA SE NECESITAN 10 DADORES DE SANGRE CUALQUIER GRUPO Y FACTOR – PRESENTARSE DE LUNES AVIERNES EN EL HOSPITAL VECINAL DE LANUS CALLE GUIDO Y O’HIGGINS – LANUS ESTE – PARA ALEJANDRO FREDRIKSSON TERAPIA INTENSIVA – MUCHAS GRACIAS- Firmado, CIP

Estoy transcribiendo los carteles en mi bloc cuando se acerca una joven con ojos claros abiertos en expresión de “qué querés”. Le digo ando buscando a Andrea, soy Faustina. “Ah, pasá”, está seria. Entramos en una sala grande, espaciosa, con mesadas amplias y algunos ordenadores. Hay otras dos personas trabajando. Nos sentamos y le cuento lo que estamos haciendo, la idea de escribir una obra para ellos. Me dice que lo conoce a Briski y es persona de su aprecio. Que fue a una fiesta en su casa y tienen amigos en común. Se coloca los puchos cerca, y ceba un mate del cual me ofrece el primero (después hasta el final de la entrevista toma ella sola, no me vuelve a ofrecer). Le cuento el episodio del gordo Ezequiel, y le digo que no sabía si era el gordo o el loco al que hacía referencia Fioravanti, Andrea se ríe y me dice “tal vez sea los dos”. Le comento que el sábado anterior intenté comprar Crónica en la esquina de mi casa (Bolivar y Chile – San Telmo) y no tenían, se habían vendido ya los únicos dos ejemplares recibidos. Apunta “carajo, dónde, bolivar y chile” grita en voz alta mirando a sus compañeros. “Ese es otro problema que tenemos, la distribución” me aclara. LE pregunto por los contenidos de Crónica y empieza a hablar a los pedos de una tal Marta Ferro, un documental Tinta Roja que tengo que ver. Habla tan rápido que le tengo que pedir que vaya más despacio, ahí sonríe “tenés que comprarte un grabador”. No trabajo con grabador, le contesto, pero no le interesa saber porqué y sigue hablando, más despacio esta vez.

Con respecto a quienes son los trabajadores de Crónica, cómo hacen el diario y porqué, llegamos al amarillismo. Andrea parece un poco tensa todavía, habla despacio, articulada, buscando las palabras:

“Para mí Crónica era el diario romántico de la Argentina, en estos pasillos y oficinas se atendía a gente desesperada. Era la época en que se filmó Tinta Roja, Marta Ferro era una periodista importante en el diario, acabó hilvanando toda la narración, la voz en off que aparecía era la suya y todo lo que grabaron en dos meses de tener las cámaras en la redacción se organizó gracias a ella. Es un documento muy valioso, sobre el espíritu de este diario, del que queda poco gracias a las políticas empresariales, políticas de vaciamiento de contenidos. El diario no está aislado de lo que pasa en el país. Hubo una política de segmentar, fragmentar a los trabajadores desde el punto de vista de la remuneración y las tareas, el objetivo era impedir cualquier espíritu de cuerpo para transmitir un mensaje, realizar las tareas. Hubo un achique permanente de cantidad de páginas, suplementos, publicaciones, (Flash, Esto, Sí desaparecieron). El achique era en detrimento de la calidad del producto, y ahí se hizo difícil justificar la idea de firmes junto al pueblo. La flexibilización laboral de los 90 generó la fragmentación y la atomización de los trabajadores. Nuestro trabajo ahora consiste en recomponer los lazos entre los trabajadores. Las comisiones internas, en ese único punto, cumplen el mismo rol, ayudar a recomponer las relaciones y homogeneizar, desde ideologías distintas, pero esto no importa, lo que sí importa es que cumplimos un rol, con mucho trabajo, y este es el de nuclear y reorganizar a los trabajadores del diario, que estaban descompuestos. ¿Sabés lo que significa descompuestos? Que había mucho individualismo, negocio de cada uno, quioskitos, todo eso para sobrevivir.
En julio del 2001 hubo un conflicto fuerte, despidieron a 53 compañeros, la mitad de gráficos y la mitad de prensa. Fue un sábado de agosto, pero reaccionamos rápido, rompimos los vidrios y tomamos el diario. Así logramos la reincorporación de todos”.

En este momento entra en la sala una rubia oxigenada, vestida para matar, gomas hechas, boca hecha, bolso de piel blanca y perfume embriagador. Andrea y la rubia empiezan a charlar sobre el asado de prensa del sábado... “te divertiste?”, le ofrece un cigarrillo “tito es un divino, estuvo rebueno, comimos hasta acá”, “no estamos relajados porque puede volver a suceder”. La rubia me mira desconfiada, sostiene una botellita de agua saborizada al limón. Se saludan, Andrea sigue:

“El conflicto del 2001 fue alucinante, en un momento yo veía subir a la gente por las escaleras, a los tumbos, como locos, y no sabía qué pasaba, así que fui para abajo y por las escaleras me asomé a una de las ventanas. Ahí estaban toda la policía, la guardia de infantería, había unos doscientos tipos, dos tanquetas y todo. El diario estuvo parado una semana.

Los jefes de Graficos son de prensa porque los gráficos no tienen jefes por convenio. Nuestro estatuto está pensado para que cuando se tenga que tomar una medida de fuerza, nadie trabaje. En este último conflicto se pudo hacer. Paramos el diario por tres días. Es evidente que dio resultado porque el proceso está en otro momento, nuestro esfuerzo por recomponer las relaciones funcionó. Los grandes paros, de los que hay gran tradición en Crónica, siempre fueron en conjunto, el gráfico tiene el botón, hay que acordar en esa voluntad. Y Michetti ayudó a esa convicción porque pegar, bueno, después de eso no podía quedarse así.

Yo entré a trabajar a Crónica en el 1994, en el matutino, como armadora (completa los diagramados, forma parte del personal gráfico), cuando se decidió volver a editar el Si! Pasé a diagramar, y por eso a prensa. El diagramador decide qué tipo de letra utiliza, que foto, el recuadro, la forma gráfica de la noticia. En el 97 hubo un cambio fuerte de tecnología con las computadoras, todo eso, y hubo despidos masivos de armadores de los viejos, los que armaban a mano. Hubo una desbandada, mucha gente echada, los nuevos entramos contratados, sin derechos ni asambleas, porque las asambleas son de la planta permanente. En ese año, a fin de año fuimos a la asamblea por el aguinaldo. Me empecé a vincular con los otros compañeros y nos planteamos el tema de meter a los contratados en la interna, de renovarla. Así que en el 97 se vota otra interna, que no estaba referenciada con los gráficos, no tenían relación con la lista verde, eran independientes o de la lista naranja.

Hubo un movimiento unitario para que Ongaro vuelva del exilio, el movimiento de gráficos iba del peronismo a la izquierda. Este frente se fragmenta y la izquierda se va. De esa ruptura sale la lista naranja, hoy vinculada al Po. Pedile una entrevista a Ongaro, lo encontrás en el sindicato de gráficos, es una enciclopedia.

Yo soy militante de izquierda, del Mas, desde el 82, antes era el PST, es un partido trotskista. Yo creo que el capitalismo es un sistema injusto, es una idea del hombre, pero una forma, solo una forma, no la única, de organizar la sociedad. Lo claro es que es muy injusto para las dos terceras partes de la sociedad, y esa idea clara es lo que organiza todo las demás ideas. Y también bueno, es evidente que es insostenible, vamos a la hecatombe”

Acá me fijo en Andrea, su aspecto algo desprolijo y su aparente dureza se trucan en una morbidez atractiva. Sus ojos celeste metal se han vuelto dulces, de pronto, mientras habla de sus convicciones se emociona, mueve la cabeza para atrás. “Parezco fuerte”, puntualiza.

“Yo aprendí que el ser humano necesita hacer una experiencia material y concreta de las cosas para poder sacar conclusiones, y después cambiar, eso lleva un tiempo. Hay que tener paciencia, saber escuchar. Las ideas son irremplazables, eso de que no hay nada por hacer, de que ya fue, que estamos en el fin de los tiempos, todo eso es falso. No hay un dios que ordenó las cosas, sino que las ordenamos los hombres, y las podemos ordenar y reordenar como queramos. Por eso la idea del frente único, más allá de las diferencias. No hay vanguardias iluminadas, no hay cambio gracias a los caudillos, es mucho más difícil, porque los motivos para parar el diario son infinidad, pero fuimos pacientes, vuelteros, tal vez vuelteros, sí, y democraticistas, pero sobre la base de sacar conclusiones. Capaz recién aprendimos que hay que parar y parar juntos.
Tal vez podríamos haber acortado los tiempos, pero la convicción de la interna y del sindicato de respetar la diversidad y no imponer estaba ahí. Las decisiones impuestas tienen patas cortas, para que haya sustento tiene que haber convicción. Y también es necesaria la posibilidad de procesar la experiencia en un ámbito común, hasta que lleguemos al resultado. Gráficos tiene un perfil, una metodología distinta, y esgrime la ideología de la no ideología, lo que todos sabemos es una ideología. Te habrá dicho Aldo que lo que les molesta de nosotros es que no renunciamos a la política como herramienta para transformar. Nosotros reivindicamos la política y que los trabajadores hagamos política. Cada uno la que quiera. Todos vivimos de nuestro trabajo, y esto debería ser un punto de unidad más allá de las ideas. En este último conflicto lo que se ha logrado es mucha unidad, homogeneidad.

En el asado de prensa del sábado estaban representados todos los sectores, el administrativo, la limpieza, circulación, redacción, diagramación, las revistas. (pregunto cuantos eran y que porcentaje de cada sector). En prensa somos 220 y en el asado eramos 70. Para nosotros es más de lo esperado, porque prensa es muy heterogeneo y es difícil encontrarse, porque hay intereses muy distintos entre uno que limpia el baño, uno que escribe notas y un diagramador, entendés eso.

Yo los conozco a todos porque todos vienen a sentarse al sillón del psicólogo. No tengo constancia de que haya desacuerdo o de que no se sientan representandos. Todos me quieren.

Hablando de convicciones, me emocioné mucho durante el conflicto, viste en las situaciones extremas hay reacciones inesperadas y en ese caso fueron muchas más las positivas, fue emocionante, porque veníamos de muy atrás. Se quedaron muchas mujeres, se ha atravesado una situación muy violenta, muy límite, de subsistencia, de existencia cotidiana, y ahí sale la mujer porque hay que alimentar a los chicos y ahí vamos a ver lo que conseguimos. Me acuerdo en el 2001 fuimos a La Matanza con un cronista porque había mucho quilombo y ahí yo estaba viendo por primera vez a un piquetero, no sabés que increíble que la cabecera del corte eran todas mujeres con carritos, y yo decía pero qué es esto, las mujeres son las que paran la olla y si hay que cortar cortan. Yo reivindico la acción de fuerza , que los laburantes salgan con sus familias a hacer un piquete, y que el piquetero no sea ya el desclasado, el marginal pagado por una organización, sino el trabajador desocupado con convicción”

Antes de despedirme de Andrea me acerco a las otras dos personas que están trabajando en la sala, sentados a sus computadoras un tipo con anteojos y una rubia algo bajada de tono, pero rubia al fin. La rubia me pregunta, es curiosa por saber qué me importa a mí de Crónica. Charlamos y la rubia amorosa lo llama al otro tipo cuando le pregunto por el cartel de la entrada, porqué los gráficos quieren declarar personas no gratas a Bugia y Anfuso. El tipo viene corriendo, se ríe, “yo soy gráfico”, “es que parece que Bugía y Anfuso estaban hablando con las PSICOLOGAS, las dos psicólogas de la empresa, las que puso Michetti, de un tema de jornadas, y a los tipos se les ocurrió proponer que extendieran la jornada. Lo que pasa es que en la habitación de al lado estaban los de la comisión interna de gráficos, imaginate, los querían matar a palos. Por traidores.” ¿Y las psicólogas?, pregunto. “Esas dicen que se ocupan de recursos humanos, de contener al personal. Qué sé yo. La verdad es que para nosotros son como los curas que venían a dar la bendición después que los españoles habían arrasado todo. Lo mismo”.

(...)

Hablo al teléfono con Fernando Capotondo, joven director del diario Crónica en funciones desde hace unos tres meses. Habíamos acordado un encuentro a las cuatro. Son las cuatro menos cuarto y llueve torrencialmente, lo llamo para excusarme por el retraso, llegaré algo tarde. Capotondo me ataja “ah, linda, la verdad es que me olvidé totalmente. Es mejor que no vengas, es que ando muy ocupado con el especial de fútbol, para nosotros es un negoción bárbaro, increíble, ¿entendés?”. Buscamos un día, le propongo el fin de semana. “No preciosa es que yo estoy casado, tengo dos pibes uno de 8 y otro de 11, y mi mujer me quiere matar, tengo que hacer un mínimo de vida familiar, entendeme”. Al final encontramos un día, acordamos una hora, bueno “está bien bonita, te mando un beso”. El auricular del teléfono chorrea baba.

El día acordado a la hora acordada estoy sentada en el hall de Crónica, leyendo el ejemplar del día. José y otros dos patovikas comen galletitas en su mesa detrás del mostrador. Entran algunos trabajadores, por lo general parcos en el saludo a los monos de seguridad. En un momento sale Michetti trajeado en verde perla, con aire contento, me saluda y parece que me reconoce pero que le sorprende verme de nuevo ahí, no se acerca a hablarme, sale del edificio con pasos chicos. El reloj del mostrador muestra sus agujas. A las cuatro y veinte me doy cuenta de que no va a venir, de que se olvidó, borró la cita de su agenda, se fue a la peluquería, a un partido de tenis, quedó con su mujer que recogería a los pibes de la escuela, algo, o tal vez sólo que le pintó otra. Como le pintó otra a Tincho el otro día y Daniela cocinando flores frescas y el deseo palpitando en un colchón prestado, mirando el reloj. Las agujas avanzan, y veinte, y veinticinco. Empiezo a contar cuántas veces me colgaron esta semana, en encuentros de trabajo, amigos, compañeros de teatro. Cuento cinco. Cinco veces me mataron. Cinco veces me hicieron caminar hasta un lugar, disponerme a la escucha, al diálogo, a la colaboración, al afecto, al encuentro. Cinco veces mis expectativas marchando y ellos no llegando, cinco veces no llamaron, cinco veces no avisaron. Me sube un mar de mostaza por la garganta, desde el pecho hasta la nariz mostaza picante, casi rabia, angustia, desesperación. Al otro le pinta otra y yo voy armando un artefacto nefasto al ritmo de las agujas del reloj, voy juntando las piezas diminutas y precisas de mis minutos perdidos, ignorados, robados. Cada instante de mi muerte es un tornillo, una tuerca, una pieza aceitada con el aceite de mi ojos mirando, registrando. Construyo un cinturón de angustia de desesperación escarlata, grande amplio, que pueda contener pastillas y pastillas de explosivos naranjas, pastillas cuadradas como el cuadrilátero de mi espera, una tras otra cargo las pastillas en mi cintura, voy ganando peso, volumen, dimensión. Lleno una bolsa con perdigones de ángulo certero, metralla cortante metralla que vuela metralla que alcance. Sé que voy a explotar pero no me importa. Veo el tacho de basura en una esquina, un tacho tubular con una apertura redonda. Lo imagino a otro con otra bomba en la mochila y en ese tacho dado vuelta la explosión que se avecina.

Son las cinco menos cinco. Pasa Ezequiel el gordo loco al que no le dan pelota, me saluda con la mano. Miro el reloj, tal vez tenga que irme, ya fue. Oigo retazos de la conversación de los monos entrecortada por el timbre el teléfono: “es distinto cuando el gordo nace gordo. Tiene cinco años y ya es el gordo de la clase, lo boludean, se vuelve el tarado del grupo. No es lo mismo si nace gordo que si se hace gordo después. Te juro, man. No es lo mismo.” Y se ríe “ y no es lo mismo si sos un gordo grosso como nosotros, seguro”.

(...)

En el cuarto relevamiento avanza San Telmo desierto en la noche del 25 de diciembre. Es pasada medianoche cuando llego a Crónica buscando a Kiko, de la comisión interna de Prensa. Llega enseguida un hombre de mediana estatura, apuesto de rasgos mezclados, nariz ancha, ojos almendrados, piel oscura. Tras la camisa desabrochada su cuerpo fuerte desprende un olor dulzón, como de almizcle. Me invita a sentarme, me ofrece un cigarrillo y luego otro, le cuento en qué ando, de qué querría charlar con él y tal vez con la gente de circulación y distribución. Mira el reloj, seguime, me dice.

Camino detrás de él hasta el subsuelo, donde están las cintas de circulación, unos siete hombres trabajando en lo que parece un garage con cintas mecánicas transportando paquetes de diarios. Asomados a una barandilla me muestra más abajo la planta de gráficos, las máquinas enormes, rotativas girando y hombres trajinando. Parece la panza de un barco: cintas mecánicas traen diarios del más abajo al abajo. El ruido es silencio y el calor está aunque circule el aire. Kiko me lleva a un pequeño mostrador desde donde él trabaja, papeles con listas y nombres y un teléfono blanco.

Kiko se llama Jorge Vignolles, tiene 53 años y 26 de servicio en Crónica. Forma parte de la comisión interna de Prensa, pertenece al sector de Circulación. En junio le toca entregar su cargo en la comisión interna, después de dos años. Empezamos a hablar de la distribución, cómo funciona:

“El referente para esto es Sadra, el sindicato de distribuidores, están en Belgrano y Solís, al lado de la clínica Favaloro si querés ir. Las empresas son distintas, estos son nombres fantasía, según los recorridos, son los tipos que ves ahí afuera con los camiones”.

Las cintas que nos rodean acaban en dos aperturas a la calle, desde donde asoman varios tipos con sus camiones aparcados detrás. Contamos juntos las empresas que hacen los recorridos y son unas doce que se reparten 61.530 ejemplares en BsAs capital y Gran BsAs, 8.100 en Provincia, en esa edición cocinada el 25 de diciembre.

“Las ediciones más fuertes son la del martes, por la lotería, el juego, y el domingo, según si hay fútbol y por los suplementos Ahora y Croniquita, el sábado se llega a unos 70.000 ejemplares.

El conflicto en Crónica fue siempre el mismo, desde el 80. En el 82 el quilombo fue por despidos y aumento salarial. El tema acá es que se quedaron en el pasado, se ganó mucha plata, con el juego del Bingo, pero se arrastra que la empresa no mejoró. Acá por ejemplo no hay autoedición, y desde que se escribe el texto hasta que se imprime hay al menos cinco movimientos, cuando en otros diarios se hace en dos movimientos, justamente por la autoedición. No supieron mejorar el diario, que se fue haciendo cada vez es más pobre, más achicado, con pocas páginas, y cuesta dos pesos el domingo, lo que no es poco.
La interna tiene que ver con que García permitió muchas cosas estando acá, hubo problemas gremiales por los pagos, pero es que el tipo permitía a su gente que chiveara, y se crearon empresas fantasmas, por ejemplo hubo una empresa Mesigrax, de embolsado, que metía en el diario una tarjeta de Bingo, y con eso ganaban y ganaban y era todo ilegal, en negro, ¿entendés?. Había otras empresas fantasmas dentro de Crónica, todas en negro, no pagaban aportes nada, así se va gestando esta debacle, desde el 1998. Con todas las irregularidades lograron un fondo del gobierno, y nos pagaban en patakones, pero no pagaban cargas sociales, jubilación nada, hubo un vaciamiento. Estafaron 50 millones de dólares y los trabajadores estaban cada vez peor. Ellos decían que había excedente de personal. En el 2001 hubo el conflicto grande, echaron a 51 y logramos que se reincorporaran todos. Luego volvieron a echar a 37. García se va y deja todo en manos de Juarez y Horacio Tosco. No había publicidad en Crónica, bajó la venta del diario, y como estaban llenos de deudas no podían operar con el banco, así que operaban con la financiera de Tosco y se llevaban un porcentaje, por eso los perjudicados somos siempre nosotros.
Con la debacle del 2004 caen presos, Hector Ricardo García se va para adentro, y dejan la dirección desierta. Luego la toma Roberto Alvarez, un administrador y un abogado. Ahí empezamos a intervenir. Los gráficos querían una cooperativa y nosotros queríamos el control pero con fondos del gobierno. HRG queda en libertad porque paga la fianza y aparece un grupo empresario, Hortolano y compañía, del grupo Liderar, y decían que se iban a hacer cargo, pero echaron al sector automotor, los tipos que los llevan en auto a ustedes para que hagan las notas, ahí hay de nuevo un conflicto y el grupo este se retira, porque no llegaron a un acuerdo con García, dicen que los estafó.
Después llegan Michetti y Ezequiel García de Forjar Salud.
A Capotondo lo pusieron en la dirección los de Forjar Salud por pedido nuestro, porque tenemos la convicción de que es buena gente, de que no nos va a cagar, el tipo puede dirigir el diario y no acepta el afano. Sabemos que es buena gente, de confianza.
La verdad es que hoy por hoy hay cien retiros voluntarios, algunos porque estaban cansados, porque piensan que con estas condiciones no da, otros porque estaban a punto de jubilarse.
Yo estaba convencido de que íbamos a ganar este conflicto. Estuve entre los últimos 16 que aguantamos acá encerrados. A pesar de que esta es gente grossa, hay gente del gobierno, de la CGT, de la Union Obrera Metalúrgica, también está Dante Camaño. Yo tengo la impresión de que hay más políticos que otra cosa, tienen la mano puesta porque esto es un vehículo para su propaganda. Yo estoy bien, porque luchamos muchos en mi sección, 5 de 7 a los que echaron, los reincorporamos. Yo sabía que íbamos a ganar porque la gente estaba bien de ánimo, a pesar de la golpiza, no aceptamos que vinieran a patotearnos.
La verdad es que unidad no hay, pero hay respeto, por los gráficos por ejemplo, y eso que yo no comparto para nada, pero para nada, su forma. Siempre hay problemas internos y políticos. El respeto es porque se lo ganaron, con el tiempo y con su forma de ser. Yo por ejemplo he sido delegado durante 18 años, alternados, y eso es por no traicionar, no cagar al compañero.
Yo trabajo acá, este es el sector despacho, hay que juntar paquetes, traer paquetes. Mi trabajo me gusta todo, la gente, los compañeros, estoy bien cuando trabajo, me gusta lo que hago, hay camaradería somos amigos desde hace 25 años. Es como una familia, para mí es una terapia.
El respeto se gana militando con los trabajadores, que tienen días buenos y malos, pero como uno es parte de eso, pues es parte del mismo sentimiento.
Yo militaba en la JP a los 16 años, estudié en la villa de Retiro con el padre Mujica, ¿oíste hablar de él?, en el 68-69, hasta el 82-83, luego éramos del Partido Auténtico Peronista, en el 70 o 71, cuando estaba prohibido. Lo que yo recupero de eso es que hay sectores que no olvidan, no se olvidan de su pasado, aunque hubiera diferencias, siempre estábamos al lado del otro. Acá nos cagaron, sabés, los dirigentes de Montoneros se borraron todos, las grandes cabezas, y quedamos los trabajadores.
Lo que me pesa es la realidad política, porque no se puede agrupar a la gente, por eso nos cuesta tanto, no se puede aglutinar nada, para pelear por las cosas que te importan, porque uno puede ser un buen político pero también tiene que ser un buen organizador. No podemos consolidar. Yo creo que tampoco Andrea puede consolidar en lo pólitico, aunque tenga muchas amistades, muchos amigos.

En Crónica yo creo que se viene una etapa de tranquilidad. Que van a poner plata acá para que en el 2007 Crónica pueda captar a los sectores populares. Tal vez no haya aumentos, más bien, pero sí tranquilidad. La lucha nuestra es que automotores y fotógrafos están en negro y los tenemos que blanquear”.

Acá lo llama a un compañero, tenés que hablar con éste, me dice. Es un señor grande, de alpinos ojos azules, gordote, cara sonriente. Me quedo hablando con él. Se llama Ricardo Quiroga, tiene 61 años, 20 años de servicio en Crónica. Trabaja en circulación, tira, trae, mueve paquetes.

“Este es un buen trabajo, me gusta. Es tranquilo, estoy con mis compañeros. Son buena gente. Además me gusta la noche, yo soy vampiro, se ríe. Trabajo de 0 a 6, cinco días a la semana. Gano 1500 pesos, y dentro de todo lo que es esto, estoy bien. Tengo 9 hijos, ya grandes, 30 nietos. Mi mujer está rechocha y yo también, qué más quiero que tenerlos a todos alrededor. Lo único malo es que me siento mal por los compañeros que quedan en la calle, porque dónde encontrás trabajo ahora. Es jodido estar en la calle, y hay pibes que los echan con 40 y ya están viejos y no tienen a donde ir, y otros con 16 que te piden experiencia, y qué experiencia podés tener como están las cosas. Yo estoy bien, soy familiero, tengo a mis hijos, estamos muy unidos. Pero la situación de los compañeros es jodida, dónde van a ir”.

Vuelve Kiko y me cuenta:
“Yo le hacía de guardaespaldas a Luis Zamora. Briski tiene que saber, si él andaba por ahí. El militante de izquierda tiene que saber las necesidades, el sentido y el sentimiento del trabajador, el trabajador es difícil, es jodido, tiene su lado facha, si lo apretás se alía con cualquiera, por su educación, por su forma. Pero si estás militando no podés olvidarte del trabajador, de sus necesidades, del grupo, de la familia, el trabajador vive una vida muy dura. Andrea para mí es una pequeña burguesa, a ella le falta sentido común, sentimiento, afectividad, para comprender al trabajador. Vos lo ves a Quiroga con sus nietos y no sabés lo que es, la maravilla que son sus asados familiares, su grupo familiar, increíble.
A mí lo que más me interesa en la vida son mis tres hijos y mis tres nietos”.

Kiko me ofrece el enésimo cigarrillo, acomoda nerviosamente los diarios que ya acomodó decenas de veces sobre el escritorio. Abre un ejemplar de Diario Popular, la competencia, me guiña un ojo tras sus anteojos metálicos. Consulta los números de la lotería, con su boleto en mano. Mientras yo consulto el horóscopo del Clarín “Eso no sirve, es una farsa. Lo escriben mucho antes de lo que sale. El horóscopo es el estado de ánimo de cada uno. Si tenés un vaso de vino y un churrasco para desayunar ya sabés qué jornada vas a tener. Ese es tu horóscopo”. Me hace reír lo que dice. Entonces me acerca el diario con su boleto al lado para que los vea bien, “fijate, tengo el 9, el 23, el 5, me faltaban sólo tres números (¿sólo?), y cuánto había... ahí tenés, 30 mil millones. ¡La pucha!”.

Entonces me regala un ejemplar de Crónica, Clarín, Ambito Financiero, Diario Popular, todos los que traen los camiones. Me muestra un paquete que saca de un cajón, lo abre: es un tomo de la Enciclopedia Universal de Clarín. “Está buena, mientras se pueda. La guardo para mis chicos”. La devuelve al cajón.
Quiroga se acerca entonces con su café cortado, me lo ofrece. Estoy sentada en una mesada, mis pies a un metro largo del piso. Agradezco.

Le pregunto a Kiko si tiene sangre indígena. “¡No!, fijate el apellido, yo soy italiano. A mí me gusta la Argentina. Todo de la Argentina me gusta, la vida que hay acá. Trabajando de noche, sabés lo que gozamos. Tenemos nuestra rutina, después del trabajo nos duchamos y nos vamos al placer, un vino o unas pizzas, más o menos como el típico lumpen argentino, yo me hago cargo de que soy un lumpen, antes íbamos a bailar, acá hay baile todas las noches, ahora vamos al bingo a jugar. Con Zamora viajé mucho, conocí varios lugares, el sur, el sur es una maravilla y eso que yo soy del norte, de Corrientes.

Si estás bien estás bien en todo, andás bien en todo. El problema es cuando estás mal, que andás mal en todo. Yo estoy bien, soy muy activo, trabajo mucho, no duermo mucho. Aunque uno tiene sus golpes, algunos compañeros aunque uno ponga el cuerpo, lo cagan, se comportan como guachos, no responden. Pero bueno, qué va a ser, la vida sigue. Yo por eso no olvido, en ese sentido soy rencoroso, creo que se olvida demasiado rápido cómo son las situaciones, a veces se cagan a las trompadas y después están a los abrazos. Yo eso no lo comparto. El problema nuestro es que no tenemos recambio, y uno se cansa. No puede ser siempre el mismo el que cargue con todo. Acá somos 400 y sabés el quilombo que es esto, hay que hacer de niñera, de psicólogo, de mamá, de cura, y uno se cansa. Ahora mismo yo no veo que vaya a seguir en la comisión y tampoco sé quien va a estar en mi lugar. Uno tiene que poder confiar en que otro lo va a reemplazar.

Hablando de Andrea, nosotros no somos Maradona que estamos avanzados, por encima, adelante del resto, que jugamos con ventaja. NO, no estamos iluminados por un talento extraordinario. La educación, la política pueden servir para indicar, para ayudar, pero hay que estar conectado con el trabajador para entenderlo, ser como él, ser igual, no ponerse arriba”.

Me parece que es tarde, pregunto la hora, son las 3:30. Le digo a Kiko que me voy a ir yendo, “esperá un cachito, a esta hora está jodido, te acompañamos”, me dice. Me pregunta por mi trabajo, le cuento que ando con problemas, pero igual lo invito a cenar al restoran con su mujer, “con mi mujer no salgo”, contesta tajante. Intercambiamos teléfonos, charlamos algo más, pero estoy cansada, al poco decido caminar hasta casa, tengo que madrugar. “Bueno, hacé lo que quieras”, los ojos nublados. Me acompaña escaleras arriba, “adiós muñequita, llamame”. Tras la puerta de vidrio lo veo desaparecer, rodeo el edificio de Crónica y en su costado abierto boca de aire y ventana abierta sobre las rotativas del sótano, las máquinas armando, los hombres trajinando. Camino. Me duele un pinchazo agudo los puchos de Kiko en la garganta.

(...)

Noche del 26 velada íntima con el morocho de mis velas. Suena el teléfono, oigo el timbre agudo, la voz de Kiko al otro lado: “¿pero cómo no avisaste que habías llegado bien, pendeja?”, acá estoy, acá estamos, todo bien, con mi compañero cenando. Kiko se entrecorta, se enmudece, y se hace nudo y se hace corte. Rápido silencio, rápida estampida de lo que fue convocado. En el hilo me quedo pensando qué fui haciendo por no activar el resorte. Caen las fichas en hilera. Dominó de sordos, dominó de ciegos, dominó de zurdos con renquera en lengua chamuyera.

(...)

Nuevo relevamiento. Esta vez Mercedes aparece como una luna naranja, su perfil reposado en el encuadre líquido de mi láctea blanca. Los sillones del hall nos contienen como cucharas plásticas. Siento el mate del gordo golpear en su escribanía arnika, patovika, biscottika. Late el mate del remate. Están fichando los pibes, los pendejos, los viejos de cara curtida y las rubias de gomas tetas y las otras lavanderas viejas y los camioneros, los futboleros, los cableros, los auteros, los autistas, los sordos, los sordomudos y los del largavistas, los rengos y las rengas y los llenos de heridas, llega Fioravanti con la cara partida, bronceada como fuera un repollo de repostería, y por dentro rota perfecta la cañería.
Sonríe al vernos.
No sonríe por la cañería. Habla poco. La tristeza se le escapa junto al apagón del miedo, retirada. Habla poco y huye rápido Fioravanti con su mochila de cierre relámpago acortada.
-“Tengo que fichar”.
Fijate vos. Los de prensa fichan. Bajaron caña les pusieron cañote, palo, mingote. Baja una rubia protuberada con vestido de diva sesenteada, levanta la mano con voz impaciente y cabreada les dice a los monos del Ama “miren que vienen los de Ideas del Sur”. Tensa tensada cuerda flojeada por el nervio de la rubia hinchada, contorneada al sol por mis sueños fachas de gilada.
Kiko anda revoloteando con su olor dulzón y su timbre de ave hada.
Nos avisan que llega, Ventura ya viene. Un cuarto de hora es una hora, dice su asistente. Está bien. Buceamos en esta cubierta en las cucharas plásticas de la nada imaginando periodistas divinas y estrategias de plata fina pergueñadas (...).

Sentadas en el sexto esperando a Ventura, vemos a Andrea en la adyacente sala, gente trabajando y varios hombres que circulan. Llega Ventura con detrás un mono cargando el maletín, su asistente asistiendo, otro mono le trae un mate lo coloca frente a nosotras. Ventura bebe del mate, por el retraso se excusa, llama el celular y contesta, muestra y entrega la ilustración para la pavada, confirma un chimento del mundo Legrand y adelanta gestiones, todo esto con nosotras sentadas. Finalmente se sienta. “Vamos, vamos!” increpa golpeando el escritorio, parece en los tiempos del telele el show video. Lo miramos silenciosas no sabemos por donde encararle la nata. Ventura tiene color moreno, peinado hecho, ojos celestes y cuerpo grueso. Mira de soslayo, está tieso, atento, tenso tiburón pardo con fauces de cerdo. El sólo empieza a hablar:

“Yo nací en Crónica, porque mi viejo y mi tío fundaron el diario. En el 73 a los 16 años empecé a laburar y duré 27 años. Hasta que se jubilaron del diario, mi padre y mi tío. Mi viejo no quiere venir a Crónica, ni se acerca, me parece que tiene pánico, terror, de encontrarse con algo que no le guste, de ver lo que pasó, de ver gente o cosas que cambiaron y ya no son como antes.

Cuando Crónica estaba en su auge, en los 70-80 era la segunda mejor paga del ámbito, teníamos doble aguinaldo, entre 6 y 8 ediciones, era el único diario en el que vos escribías y podías ver al mismo tiempo como aparecía lo que vos escribías en la pantalla del televisor, en Crónica Tv.

Yo estaba enfadado con el director de la época (García) porque conseguí una primicia, con foto y todo, se tituló la séptima edición con eso, y apareció en Crónica Tv. Yo creo que ese fue el principio del fin del diario, su relación con la TV, porque uno trabajaba para el diario pero éste tenía un caño un flujo hacia Crónica Tv y eso no estaba bien, porque al final se estaban aprovechando de uno.

Crónica era el único diario que no transaba, tenía noticias propias y tenía total independencia, el diario era la prioridad. Yo creo que García se equivocó por lo personal, por sus parejas de turno, se dejaba influenciar demasiado por sus afectos, los hijos, los yernos. Acabó siendo el yerno de García el que vino a manejar esto, y el tipo era un profesor de tenis. Al final esto era un apéndice del club de tenis, lleno de boludos que no tenían ni idea del negocio ni de periodismo.

Yo estuve dos años esperando que Crónica se recuperara. García, cuando su hija empezó a darle hijos, se largó a delegar. Y lo único que le importaba al yerno eran la raqueta y las macetas, esas macetas que ves ahí, eso era lo que más le importaba al pelotudo, además de la cancha y las pelotas.

Con respecto a la directiva actual, yo hice un contrato así que me pagan parte de la deuda, y me pagan por lo que sé hacer, que es periodismo. Pero del conflicto no viví nada, yo me fui en el 99 y recién volví, así que no me meto. Mientras no me rompan las pelotas, me paguen y me dejen hacer lo mío, yo no entro, porque la verdad es que no sé. No me voy a poner del lado del patrón, porque no, pero no sé cómo fue el conflicto, habría que ver, la gente también a veces hace cosas que no son... Pero si me buscan, bueno yo reacciono, y reacciono bastante, cualquiera te lo puede decir.

En realidad nunca dejé de venir a Crónica, está lleno de gente que me quiere, que me conoce, yo crecí en este diario, laburaba en Paparazzi y seguía viniendo acá, nunca dejé de comprar el diario, quería dejar de venir pero no podía, porque yo acá me lo viví todo, mi adolescencia, mi primera novia, mi matrimonio, mi divorcio, todo... A García, más allá de todo, yo lo quiero, lo fui a ver cuando cayó preso, porque el me dio de morfar durante mucho tiempo, a mi y a mis viejos, a mi tío, yo acá estoy en mi casa, soy Luisito para ellos.

El periodismo para mí es todo, la vida, la sangre, el espíritu, yo estoy con mi familia y estoy viendo la nota, siempre estoy pensando, sintiendo, viviendo el periodismo.

Elijo el género de espectáculos porque es lo que más guita me da. Lo que yo doy es información, no es chimento, es primicia cierta, y lo doy en la forma en que lo doy porque es lo que la gente consume.

Para mí el periodismo es un negocio. No hay periodismo si no hay negocio, es un producto y se tiene que vender. Para llegar a la esencia de mi producto lo que yo hago es tirar la revista sobre la mesa y estudiar las reacciones de mi suegra, ver lo que le interesaba a la vieja. Le pregunto al diariero qué es lo que vende, y si vende culo y teta, pues yo hago culo y teta. Lo importante es que esté bien escrito, que tenga buena dicción, intento que quede bien, que sea piola, en un mundo de frivolidad esta es la cosa, y uno se tiene que adaptar al medio y al público.

Crónica es Boca. Está claro que aquí hay plata, porque todo lo que pasa por lo popular, todo eso es Crónica. Crónica sobrevivió porque es como Highlander, inmortal, sobrevivió a todo.

Yo creo que será piola lo de la revista, traje gente mía, que traje yo, yo les pago de mi bolsillo, porque yo no puedo estar acá y allá al mismo tiempo, pero el arreglo no es tan bueno, yo lo hago también porque quiero, porque la grandeza de las cosas la tiene que hacer uno, yo soy de tomar la iniciativa, de ir a resolver, yo los contratos no los miro.

Para el suplemento Ahora traigo gente que labura para mí. Desde cebarme un mate hasta buscarme información en internet o resolver una nota, hacen de todo. Son 7 personas, asistentes que me organizan todo, incluso las notas las escriben ellos (aunque las firma Luis Ventura). Utilizo gente joven porque me gusta formarlos con la verdadera formación, yo les digo que lean siempre y mucho, y luego trabajo con ellos, y que aprendan a los golpes, como se aprende. No son periodistas, alguno hasta es pintor, pero yo les digo andá tocá timbre, hace esto o aquello, hacele estas preguntas, y el grabador hace el resto.

La gente de seguridad no me molesta, porque a mí me abren la puerta y me la cierran. Mientras me respeten, yo respeto. No viví nada pero soy solidario. El día que me falten al respeto, yo soy bravo. No sé cómo fue. Pero sé que a veces las situaciones son creadas. Tal vez una lectura rápida es que es gente que no es del palo, no manejan la gráfica, ni la prensa, el periodista es un laburante intelectual.

Los límites de mi periodismo, de mi producto, son el buen gusto, las buenas costumbres y la honestidad (Acá pregunto donde está la honestidad en su metodología que incluye pintores cebamates. Ventura se tensa, está serio, esquivo, no le gusta una mierda mi pregunta). En mi caso la honestidad está en mandar a un tipo que sea capaz de hacer la nota, yo trato que la nota sea lo más fiel a lo que yo busco, doy indicaciones, lo manejo en función de las situaciones.

Para Ahora yo produzco unas 15 o 20 notas semanalmente, firmadas por mí, con la ayuda de esta gente. Y la Pavada es importante porque García la hizo importante”.

Acá Ventura nos despacha. Salimos despedidas y eléctricas. Tomamos café en el Británico, terminamos algunos apuntes: A Fioravanti, que no puede respirar, lo tienen que operar. El escrache interno de Bugia y Anfuso tiene relación con la falta de papel. Crónica está endeudada y tiene problemas con el abastecimiento del papel. A estas alturas, éste parece un interrogante serio junto a la distribución del diario. Ventura tiene un pelotón de monos a su servicio, entre los cuales su hermano. En este momento las relaciones entre los empleados de prensa y los patovikas de la empresa parecen más tirantes, la gente de prensa está fichando y no lo hace con buen talante. Mientras esperábamos a Ventura, el patovika de servicio nos estuvo hablando de sus dos hijos de 4 y 11 años, con respecto a la seguridad y las salidas a boliches “¡¡¡yo los cago a palos!!!” (a sus hijos, claro(¡?)).

(...)

Al auricular una de las dos psicólogas, explota su risa: “¡qué buena interpretación psicoanalítica!”, me dice. Lo raro es que yo no interpreté nada, sólo le respondí a su “hay que hacerlo por derecha” con un “entonces agarre su derecha nomás”. No sé si es Sandra o es Bettina, pero la cuestión es que las queremos ver, con Mercedes, naranja luna y calamares con café con leche.
Mercedes es un capítulo aparte.
Bettina, creo que es Bettina. ¿O será Sandra?...
“¿Quién le habló de nosotras?” me dijo una de ellas la vez anterior, y creo que era Sandra, ¿o era Bettina?, la que no sabía dónde meterse, “no tenemos permiso”, “nadie nos habló”, “nosotras somos consultoras”.

Y me llamó Farta Merro, Marta Fierro me llamó. Quería decir que Capotondo es ahijado de García.

Mi chapuzón televisivo lo encuentra a Charly en la playa copera peleando en la jeta de un periodista mercadeo del titular video. Y lo veo a Ventura en la tele presentando el telele y diciendo que el relaciones públicas está para relacionar al público cliente y la seguridad para defender a toda la gente y no sólo a García (Charly, claro).
Podrida.

(...)

Acá llega el Polaco, Nestor Stein. Operario de rotativas de 39 años, con 13 años de servicio. Trabaja de las once de la noche a las 5-6 de la mañana, y más también. Estamos con naranja magdalena mercedes, en Lanús, cafetería de esquina y reunión de damas con señores y un niño. Entre las damas Mercedes, la del capítulo aparte, su compañero el oso y su osito, el niño.

Trabaja con máquinas, este hombre, El Polaco Stein. Lo siento a mi lado como un pistón de mala leche, una cosa inquieta, intensa, mueve la mesa.

“Qué de las máquinas...30 bobinas, trabajo con máquinas de treinta bobinas... son de los años 70...Harrys 845 se llaman. Decían que iban a llegar máquinas viejas y nunca llegaron. Por el desfasaje de García.

Fue mucha lucha lo que tuvimos en la que no sabíamos qué iba a pasar a nivel también humano y de gente al borde de la muerte.

Antes de esto pasó que estaban los de Liderar que eran unos verseros, que no sabías si entrabas o no entrabas y a García siempre le faltaba un papel.

Nosotros vivimos bien el diario de adentro, pero lo demás es una verdulería. Lo que importa es el canal. No sabemos quién es el capo de esto.

El diario me dio tantísimas satisfacciones, pero así como me las dio me las quitó, me arruinó la vida, tenemos muertos, fallecidos, suicidas, otros en la calle...las vivimos todas...monetariamente me mató, psíquicamente me estropeó.

Yo estoy de acuerdo con colaborar con la empresa, si sirve para sumar. Además vienen a pedir una opinión, una ayuda, y los ponen a los muchachos a poner afiches (¿¡de veras!?).

Me mató psicológicamente, los patovikas, querer entrar y que a mi hermano lo echen.

A mí me sirve levantar la empresa, hago.

A los patovikas los miraba y me hacían reír, tengo amistad con ellos, en su momento había 100, ahora son de 4 a 8 por turno en mesa de entrada, somos amigos. Hay clases de patovika y clases de patovika. Están los tranquilos, los que están ahí, te cuidan. Otros están para pegar.

Ellos no nos vigilan, no vienen, tienen el lugar prohibido. Hacen su trabajo y nosotros también.

Prensa tiene un nuevo régimen para fichar, sólo ellos, les puso la empresa no sé porqué. Los gráficos no. Prensa es diferente, y así les va. A nosotros no nos interesa quién hay detrás, que nos paguen y ya. NO nos importa.

Son dos peleas distintas. No peleamos por un aumento, sino porque nos paguen y no nos quiten nada.

Por nuestra interna nos sentimos terriblemente bien representados.

Sobre el futuro no te puedo contestar, no hay planes. Vivimos al día a día, no sabés lo que te va a pasar mañana.

¿te crees que es tan fácil no pagarnos? El título de diario lo tenemos nosotros, los trabajadores. Crónica es de los gráficos, los trabajadores, el título está inhibido. Ningún taller gráfico te haría Crónica si no es con sus trabajadores. Está jurado en la pared que no pueden tocar a medio gráfico.

Somos nosotros y cada uno tiene una familia detrás, y somos como 170. Además del trabajo, porque trabajo no hay, es cada compañero nuestro lo que importa”.

Acá interviene Miguel, el Oso esposo de Mercedes, que está en silencio, en su lado “por lo que hemos peleado”. Y está lejos y parece enfadado, alejado. Hablamos un poco de las expectativas, “estamos esperando el relanzamiento del diario, a ver qué pasa”. Miguel me cuenta que la interna de gráficos se juntó hace poco con los canillitas de Jujuy, Salta y otras regiones para ver el tema de la distribución. Apunte llamativo, parece que la interna de gráficos hace gestiones empresariales. Miguel cuenta cómo es el tema del papel prensa, lo venden Clarin y Tucuman, el segundo es más caro. Crónica se lo compra a Clarin, con quien tiene deuda, y en cualquier caso, aclara Miguel, Clarín no le entregaría más de 20 toneladas, lo que pone un techo a la edición. Piensan en traer papel de Chile.

Vuelve el Polaco:

“Acá el fuerte de la empresa es el diario. Hay gente que no comparto pero respeto que es gente de izquierda. Nos traen a los piqueteros a hacer quilombo a la calle y no luchan adentro. A mí no me interesa la política. Estos están discutiendo si hacer la asamblea acá o allá y tienen a 40 tipos en la calle y no hacen nada.

Nosotros hacíamos guardia, no dejábamos el edificio, y llega un momento que lo tenés adentro, se hace carne, sos el diario.

Mi mayor miedo es que no arreglen el diario y después se lo entreguen de nuevo a García.

García es un tipo que te ve cagado de hambre y te da la sal.

Inteviene Miguel:
“El tipo tuvo una perra ahí durante más de un mes, había parido y cuánto la tuvo ahí, adoración le tenía!.... Un día vino dejó el Mercedes abierto en la puerta, “me lo miran! Que no me lo toque nadie”, le dijo a los muchachos de la puerta. Y luego vino la cana y se quería llevar el auto, y nadie se atrevía a tocarlo, de trastornado que es...”.

Miguel El Oso, aclaro acá, ya no trabaja en Crónica sino en Patricios, es maquinista de rotativa, se ocupa de hacer el registro. Me explica de los colores primarios, el amarillo, el rojo, el azul y el negro “nosotros tenemos que garantizar que los cuatro colores salgan juntos, para que no salgan corridos. Controlamos el tintaje, los colores que salgan nítidos, las tensiones del papel, si va bien el diario, no hacés más nada, fijarte que no se ensucie, que no salga mal, movido. Yo de chiquito ya iba a los diarios, mi papá era gráfico”. De Crónica fue expulsado en la podrida última, explica, “los que no fueron a juicio la mayoría es por miedo o porque pensaban que no iban a cobrar nada. Nosotros perdimos una casa, habíamos pagado el 70%. Nos fuimos a vivir a lo de mi viejo... un desastre”.

Tienen que irse, terminamos.
Mercedes y el Oso quedan flotando crispados en mi mente, metralla que estrella su sueño me muestra horribles detalles exiguos datos
de las aristas tensadas
bajo un techo de agujero presente
colchón bajo el cielo
colchón de reo.

(...)

Mi vista se nubla en el cuadrado miope. Dos rombos largavistas, dos llagas, dos hendiduras heridas por las aristas y un clavo, una mota idiota en mi ojo derecho haciendo estragos.

Pero, ¿qué pasó con las psicólogas?. “No tenemos permiso, hablá con García, el gerente”. Hablo con García, el Gerente, que muy gerencialmente me optimiza la vista:

“No tengo tiempo. Mirá, yo razono en términos de costo-beneficio. El negocio periodístico nada tiene que ver con la dramaturgia. No me interesa hablar con ustedes ni que hablen con las psicólogas, no me aporta nada. Yo no le voy a impedir a usted que haga su trabajo, aunque no veo para qué, me parece inútil. Y por mi parte no le voy a dar nada”.

(...)

Marta Fierro al teléfono tiene la voz áspera, entre metálica y rota “¿qué te pasa, te dormiste?...”, “¿me tenés paciencia?, le contesto y a eso responde “en media hora me voy, pendeja”. Vuelo hasta el bar La Paz, en la esquina Corrientes. Por si no conozco, y de hecho no conozco, me aclara que ahí se reunía la izquierda de antes. Cuando llego a la Paz me doy cuenta de que había imaginado otro bar para los montoneros, a éste lo conozco y no me siento porque hoy no tiene precio, pero una vez lloré en ese bar de la paz, una tarde ventosa de mis primeros meses en Buenos Aires en que me quedé varada en una mesa contra el vidrio mirando el tacho de basura en la esquina y cada pocos minutos llegaba alguien y revolvía en el tacho esperando encontrar algo y yo que los miraba esperando encontrar algo que no fuera esa densidad pegajosa, encontrar algo. Qué no fuera. Esa densidad pegangoja.

Marta Fierro delante de mí es difícil de mirar, de concebir, de imaginar. Una mujer menuda, enjuta, hombra varón de tiros chicle y pelo raspón, flaca en pelos de rojo chillón y piel deshecha en metálica rocker chabón. Habla Marta como un aluvión:

“¿Por qué vende más en Barrio Norte que en ningún otro lugar, Crónica? por el gusto del misterio, de la sangre. ¿Dónde se vende Crónica?. Es la muerte lo que más nos interesa. La muerte es la gran pregunta, el gran interrogante.

Lo que más le interesa al argentino está en Crónica, y lo que nos interesa es el crimen, el puterío, la timba y las carreras, los deportes y lo gremial. Y todo esto en forma de sainete, porque la Argentina es sainete.

García es un tipo inteligente. Era uno que te decía yo no cuento la guita, la peso.

Apuntá bien esto, Crónica no es ocultadora, es más difícil escribir para Crónica que para La Nación, bah al menos antes, ahora ya echaron a todos los buenos periodistas.

Tanto deportes como policiales están en los bordes, en los límites del periodismo.

No hay mejor informante que la gente.

Gracias a Crónica se sellaron todos los grandes crímenes de la clase media alta, la burguesía, se pudo cagar al menos un poco a la clase media. Y todos esos crímenes, lo de Robledo Puig antes del proceso, el ángel de la muerte lo llamaron, o Giga Murano, en la época de la plata dulce, que la llamaron la envenenadora de Montserrat, te hablan de cómo estaba el país y en especial la clase media. Hoy los pibes se matan con paco por una boludez. Y de los crímenes y de las muertes, de cómo se dan, se desprende qué le está pasando a la sociedad.

Vos no podés poner a un pendejo en policiales, es muy rico, es muy triste, es la muerte, es todo el tiempo.

Antes los chorros no te mataban, eran señores y le robaban a uno que tuviera toda la guita.

La gente quiere saber quién es el inocente y quién es el hijo de puta. Quieren cagar al malo y opinar.

Yo soy trotskista, la conocés a Virgina Voltern, una mujer anarquista, en el 1908 hizo una gran huelga.

Acá hay una historia de actos de resistencia y de memoria, Crónica en el 71 hizo un paro en contra de Hannoi. ¿Dónde se ha visto eso, la redacción de un diario que se detiene para manifestarse en contra de una guerra?. También hubo una gran huelga en el 79, en plena dictadura.

García era un lumpen, un típico patrón paternalista, nosotros lo veíamos por nuestra formación, nuestro pensamiento, pero la verdad es que es lo que era. Pero no estregó a nadie, eso no.

Crónica sirve para lavar guita, no hay lectores porque no tienen guita para comprarla.

El que le gusta el policial quiere ver la cara del cliente, quiere ver qué cara tiene el muerto, que se la muestres. Si pasa un crimen como el de Belsunce, por ejemplo, ahí compran.

En Crónica los jefes eran de derecha, pero la tropa de izquierda. Ahora están los patovikas, nosotros teníamos a los servicios de inteligencia.

Yo entré en Crónica en el 1983 y salí en el 2001. Puedo hablar de la experiencia porque conozco a la patronal. Hay gente que se cansó y se van también porque se agotan de estar peleando.

Crónica es el único medio que hace asambleas, que trabaja 6 horas, con derecho de cierre y todas las conquistas.

Capotondo es un forro. Quiere que trabajen gratis. La empresa, ¿quién es?, para mí es García, sí, todavía.

Mirá yo estoy saliendo de un cáncer. Acá (me muestra el cuello, tiene una cicatriz ancha y larga que le cruza el cuello en diagonal hacia detrás de la oreja), me cabalga una hormiguita negra, así chiquita, no ha contagiado nada pero ahí está la muerte. Y la voy a pelear.

Eso te da policiales, pelear contra la muerte. Esa posibilidad de entrar en el barro, de ir a los velorios, ver lo que le pasa a la gente.

Lo que pasa es que García era un pelotudo y hacíamos lo que queríamos, por eso era el último diario romántico, Crónica, pero eso se acabó, esto es un negocio, el negocio del periodismo.

Crónica es vanguardia en lo que le pasa y en lo que le pasa al gremio después. Lo de los patovikas va a ir pasando en otros lugares. Crónica es también ejemplo.

¿Conocés la historia de la lucha armada de la Argentina? No, bueno, conocela, salió una revista buena, la encontrás en Gandhi.

Yo soy antiperonista y antiguerrillista. Creo en la insurrección popular, no en el foquito que venga a decir qué es lo que hay que hacer. Briski es un hijo de puta, en Nueva York tuvimos acceso a un inmueble que gestionaban los hippies y él lo vendió y nos cagó a todos.

Cosas como lo de Monte Chingolo, ¿entendés? Cagaron a muchos pibes los iluminados de la dirigencia, los cabecillas, los avanzados.

En Crónica mirá, Andrea se formó en el movimiento estudiantil, Kiko con las bases, y yo escribo, milité en la fábrica y las villas, lo que escribo son novelas, poesía, hago títeres, los títeres me enseñaron a hacer periodismo, también el cine.

Andrea tiene una amistad con Capotondo, y ahí le falla el marxismo, porque cómo vas a ser marxista y ser amiga del capataz. No es bueno eso de andar a los abrazos.

Tengo 63 años, no tengo hijos, no.

Analía es una telefonista de Crónica, hablá con ella, pedile que te cuente de Aldo, de su machismo. Aldo no las deja hablar a las mujeres, es de un machismo brutal. Analía era gráfica pero se pasó a prensa porque no lo soportaba más. Buscala, que te cuente, te va a interesar.

Yo le tengo respeto a Aldo, porque lo he visto hacer cosas increíbles por los pibes del barrio, salir a defenderlos de frente mal, y eso es lo que cuenta como hombre. Pero en Crónica no, hay cosas que no comparto y no las comparto.

A Aldo le tienen miedo. Es uno que amenaza con que te rompe la cabeza, y te la rompe.

Nosotros somos más democráticos y demostramos que podemos parar el diario a fuerza de aplicar la disciplina. Además el gráfico, que es disciplinado más que nosotros, es conciliador con el patrón, más pragmático en ese sentido, peronismo burocrático, se llama.

En este momento estoy escribiendo una novela, se llama La antigua sonámbula.

Tenés que hablar con Luciano Chimento, él va a ser jefe de policiales, yo en la última movida me agarré a los gritos con él, “¡servicio de inteligenciaaaaaaaaa!” le gritaba, porque con la quimioterapia te dan ataques de inmunidad, se rompen los reflejos condicionados, ¿sabés?, y a mi me dan bastantes sobre todo en las cuestiones políticas, Kiko estaba de acuerdo con lo que le dije, porque es cualquiera el chabón, ya los vas a ver, tenés que conocerlo, lo peor.

Después andá a ver a ver a Walter Aldava, es periodista, peronista de la lista azul de prensa, de derecha. Otro que tenés que conocer, es uno que tiene que luchar y lucha, es respetuoso, aunque cree en el patrón como buen peronista hijo de puta.

Acordate de esto, nena, las noticias no son las noticias. Las noticias son otras.

¿Un buen diario para leer? Hoy en día La Nación”.

Me quedé sentada mirando a Marta mientras esperaba en el semáforo de la calle Corrientes, de espaldas como un hombre mayor de viejo, vestido de adolescente rolinga Marta. La vi de golpe ahí parada con su hormiga tras la oreja y en el cuello sus agallas para usar palabras y lanzar cierta metralla, Farta Merro la última justiciera del gatillo fácil me grita como si me considerara una pelotuda sin sesos “¡Los límites no existen! ¿Qué límites querés que tenga el periodismo en un mundo en el que no hay límite alguno?”.

(...)

Sin límite alguno atraviesan las gotas de sudor mi frente, giro y giro en mi cama de colchón trapero luchando por echar de mi mente a una alimaña: en la tele el veraneo cuenta su mejor telele, fue de la mejor cola en Mar del Plata la hazaña, el concurso de belleza y el gran festival de la playa, una rubia protuberada con cara de niñata se sube a los hombros de un mono en plena playa, un mar de muchachos, de ñatos, de machos alzados y guachos, metiendo el dedo, poniendo la mano, queriendo cogerse a la tan protuberada y a las siete hembras que por el concurso de la cola estaban. La rubia protuberada a los hombros del mono en el mar de hombres que braman, y la cámara video, periodismo mercadeo, persiguiendo el culo, la cola, la espalda, esquivando de la dama su mirada, su motivo, su intimidad de ciela hada y tal vez su daño que daña, y registrando el vértigo el ombligo las curvas de la baba, el dedo registro dedo metido dedo del teveo decidido y grueso dedo que aparta los breteles y la bikini de la rubia alada, y sigue su camino por los negros hoyos el mudo alarido de tu vida de bicho.